¿Desde cuándo la izquierda reclama como suyas las elecciones, para consolidar el poder en nombre del pueblo? ¿No era que las elecciones representaban los medios y maneras con las cuales la burguesía reproducía los factores de sujeción del poder?, ¿Y no les enseñaron a los izquierdistas a renegar de ese principio electoral para utilizarlo sólo como un medio que luego desencadene la revolución?
La teoría enseña que la izquierda debe empujar a la derecha, bajo sus mismas normas de juego electoral, hasta vencerla. Es decir hasta hacerlos abdicar de su apego a las leyes que les permiten reproducir el control del poder. Pero una vez conseguido este objetivo, las elecciones dejan de tener valor, porque el pueblo mismo ha vencido a la derecha con sus propias reglas de juego y ahora debe ejercer la dictadura del proletariado.
En Bolivia la primera fase ya se ha producido. Vencer a la derecha con elecciones. La toma del Poder es la segunda fase que representa des institucionalizar todo el aparato del Estado hasta pulverizar su “razón de ser” para reconvertirla en la nueva “razón de ser del Estado Plurinacional”. Esto conlleva la absorción, sujeción o eliminación de los otros órganos de poder del Estado bajo un solo mando. Esta fase se encuentra en plena ejecución y resta acabar con el Poder Judicial ya que el Congreso está en su esfera de poder.
En este sentido debemos entender que el Gobierno invoque aún las elecciones como medio de garantía ante la comunidad internacional, que le libre de sospechas totalitarias y le otorgue el certificado de democracia, que requieren en la consolidación del nuevo comunitarismo. Si este camino no se logra doblegando la voluntad de la oposición parlamentaria y autonómica, entonces se irá por el otro, aquel que anunciaron y que está pendiendo en las próximas horas del retorno a sus curules de la oposición: el cierre del congreso por “inutilidad fáctica”, la convocatoria por Decreto a nuevas elecciones, para mantener lejos las sospechas antidemocráticas y luego el control absoluto de los tres órganos de poder: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que hará posible, esa arenga que Evo Morales hizo en las últimas horas: “imagínense si tenemos el 70 por ciento de la Asamblea Legislativa con nosotros, todo lo que podemos hacer”
¡No nos engañemos entonces! Evo Morales no está en huelga de hambre por demócrata, sino por autócrata. Y su lloriqueo electoral no es más que una farsa montada para hacerle pisar el palito a la oposición y consolidar con su firma el certificado de defunción que luego le extenderán. Los ex comunistas que le rodean como el señor Romero vienen haciendo su papel de “intermediarios” muy bien, al punto de que muchos creen que es un hombre serio.
El retorno al Congreso de la oposición parlamentaria tendrá un solo fin: votar la ley que le permitirá el MAS avanzar en todo el terreno que necesitan para consolidar su proyecto étnico– comunitarista.
Un grueso error desde luego. Que va del brazo de la invocación ingenua de muchos analistas y comunicadores sociales que creen que “concertar esa ley” es mejor que el cierre del Congreso.
¿No es mejor que el proyecto masista se descubra ahora? ¿No es mejor obligarlos a quitarse la careta democrática y que el mundo sepa a qué se enfrenta la democracia boliviana? ¿No es mejor que toda la oposición se una alrededor de una bandera concreta como es la defensa de las libertades democráticas?Deberían analizar con mucho cuidado los próximos pasos, para no dar lugar al responso de una muerte anunciada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario