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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Walter Zuleta eleva su voz de protesta ante "atropello infame" cometido por SEEM en contra del Gobernador Suarez..


UN ATROPELLO INFAME

Walter H. Zuleta R.

El vergonzoso proceso promovido en el Departamento del Beni por el totalitarismo gubernamental de Evo Morales Ayma, que determinó la destitución del Gobernador Ernesto Suárez, uno de los últimos paladines de oposición al Gobierno Nacional y la designación de su reemplazante Haisen Ribera,  supuesto miembro del M.N.R. con ayuda de representantes del M.A.S., ha provocado en todos los sectores de la población activo rechazo y justa protesta, a los que me sumo, porque junto a la gente de bien repruebo el empleo de métodos escabrosos en los actos de gobierno, lo mismo que la inclusión del Poder Judicial y Ministerio Público como sicarios del régimen imperante, pues considero que es vandalismo alterar todo orden institucional y cobardía avasallar al opositor con recursos del poder político.
Pienso por tanto que la protesta, hasta ahora improvisada, no debería concluir de modo desaprensivo y superficial, con el recurso simple de endilgar –como se viene haciendo- calificativos denigrantes sólo a los actores del pacto antidemocrático, miembros del M.A.S. y movimientistas de último momento de afiliación dudosa, sino reforzarse con la participación razonada y planificada de todos los sectores.
Los sucesos en el Beni, lo mismo que los similares en otros Departamentos de Bolivia deben ser objeto de serio análisis respecto a sus motivaciones, protagonistas, antecedentes y consecuencias,  porque no constituyen fenómenos recientes y aislados ya que sus orígenes tienen vinculación con un período pasado caracterizado por la aparición de numerosas agrupaciones humanas impropiamente denominadas PARTIDOS POLITICOS, que se crearon para practicar politiqueo y satisfacer aspiraciones o intereses económicos de algunas personas o grupos y que se dio con fuerza en las tres últimas tres décadas del pasado siglo, llegando a constituir entre otras causas, la determinante para el descrédito en que se sumieron los Partidos Políticos ante la opinión pública, desprestigio que el gobierno de Evo Morales Ayma supo capitalizar para implantar su peregrino sistema unipartidario basado en la anulación caprichosa y abusiva de cualquier intento de oposición, y en la elevación de un grupo de presión al gobierno supremo, encubiertamente previsto en los Arts. 209 y 210 de la C.P.E. masista del 2009
La inexistencia de una oposición institucionalizada posiblemente proviene de la ineptitud del país para adoptar seriamente uno de los cuatro “ sistemas de Partidos “ que se aplica en el mundo,  o  tal vez de la insuficiencia de la Ley de Partidos Políticos aprobada tardíamente en la década de los 90. O acaso en la consolidación de una  autodenominada “clase política”  ajena a la teoría y praxis  que en tal condición debió aplicar de  consuno con la aspiración nacional en vez de apoyar  requerimientos personales de índole económica o pretensiones individuales concernientes al poder .  Es probable también que la condición de mayor –sino único- generador de empleo que tiene el Estado sea otra causa que deba tomarse en cuenta.
El oprobioso acto cometido contra el Gobernador del Beni en el que se implica a movimientistas que no lo son en esencia, seguramente no se habría llegado a producir de haber estado en escena hombres y mujeres que hicieron del M.N.R. escuela de civismo y que en el pasado quemaron pestañas y ofrendaron sus vidas para crear una teoría política nacional y hacer de Bolivia una nación mejor con una democracia verdadera apoyada en el Voto Universal. Ellos, aun aislados y sin instrucciones de su dirección nacional,  habrían evitado cualquier pacto circunstancial, por tener la suficiente formación política y la intuición orientada a discernir entre quienes sirven o perjudican a Bolivia.
Por hoy resta transformar el reclamo justo en acción colectiva, racional y ordenada que castigue el atropello totalitario,  como prueba de solidaridad con el Gobernador Beniano ultrajado por la arbitrariedad iletrada.

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