¿Valorar nuestra historia? Deberíamos empezar por la autocrítica de reconocer que Bolivia ha sido presa de antihéroes ligados al poder político. ¿La vestimenta de algunos? Empecemos por el que cambió una humilde chompa a rayas por caras chaquetas de boutique
Especialista en desnudar contrasentidos que pretendo ser, abordo la doctrina del Vivir Bien en contraste con el Día de la Tierra y el “robo del siglo” como se ha venido a llamar al escándalo del Fondo Indígena Originario Campesino (Fondioc). Es grande el bocado. Corro el riesgo de atragantarme, sin nadie que me abrace de atrás y apriete mi cintura hasta que salte el pedazote que me asfixiaría.
La doctrina del Vivir Bien puede resumirse en la armonía con la naturaleza, ya que el hombre es secundario al medio ambiente. Digan si ese postulado no es un contrasentido con un Día de la Tierra en medio del aire viciado que se respira en urbes bolivianas, agravados por el humo de quemas anuales de los montes en la época seca que se avecina.
El culpable es el hombre. Desde el ignaro burgués que tala un hermoso ceibo porque sus flores ensucian la acera en otoño, hasta el ignorante campesino que desmonta mediante tala y fuego que se desborda y provoca un incendio forestal asesino de plantas, animales e insectos. Para no hablar de la sádica que ríe de censuras al apaleamiento y asesinato de su perro; si no fuera inculta, apuesto a que citaría como descargo a uno que degollaba pichichos en Achacachi y luego fue Presidente interino de la nación, durante múltiples viajes del primer mandatario y su Vice.
La doctrina del Vivir Bien delimita diferencias con el socialismo y todavía más con el capitalismo, según su ideólogo el canciller Choquehuanca. Declaró que “el primero busca satisfacer las necesidades del hombre, y para el capitalismo lo más importante es el dinero y la plusvalía”. Semejante simplificación es una patraña. Sin embargo, ateniéndonos a tal sabihondez hurguemos vericuetos de la tramoya del pomposo Fondo Indígena Originario Campesino (Fondioc). Apenas se han arañado repercusiones y aprovechadores, pero se nota que el Gobierno quiere echar tierra sobre el tema, como si fuera una hedionda caca de gato.
Una primera nebulosa revelada por el telescopio Hubble de la prensa, es la magnitud del buraco. Una simple regla de tres sugeriría que si 154 proyectos revisados de 1.100 demuestran que 71 millones de moneda nacional se esfumaron, entonces el tamaño de la avería podría ser la friolera de más de 72 millones de dólares.
Apuntan al Contralor por no revisar las cuentas del Fondo Indígena, quizá creado con licencia para robar por parte de ‘originarios’ y campesinos. Se le ha unido el Ministro de Finanzas, mago que incluso ha sido propuesto para solucionar el descalabro económico de Venezuela, hoy sospechoso de soltar la plata sin papeleos y complicaciones burocráticas que a otros mortifican: ¿por qué tal diferente rasero?
Recuerdo al prestigioso columnista que hace tiempo no creía de boliches paceños donde turistas se refocilaban con el ‘strip tease’ de cholitas. Hoy basta leer la profusión de avisaje de chicas de pollera “recién iniciaditas, ‘apretitas’ ”, etc. para evidenciar que la prostitución pringa a las que él suponía la reserva moral de nuestra sociedad, algo de por sí una forma de prejuicio, de racismo al revés, en contra de ‘originarias’ que tienen libido, o necesidad, al igual que todas las personas.
Si hay ‘strip tease’ de cholitas o si ganan el sustento ejerciendo el oficio más antiguo del mundo, ¿por qué no chulas políticas ladronas? Tal pensé al informarme de dineros del Fondioc destinados a proyectos fantasmas en bien de indígenas, que fueran depositados en cuentas bancarias propias. Añado a una embajadora en Ecuador, sombrero “derby” inglés, manta bordada y pollera engordada por varias enaguas (de origen español), hojas de coca en una bandeja, wiphala y todo, que fuera destituida por la sindicación de beneficiarse con varios proyectos ‘fantasma’. Era la mano derecha de una excandidata a Gobernadora, dicen, también en la cuerda floja de la sospecha.
Echó a la basura un postulado de la Doctrina del Vivir Bien, que busca solidarizarse con el prójimo y consolidar un “equilibrio”, “no tener ni mucho, ni poco, sino lo necesario”, según un director general de Ceremonial del Ministerio de Relaciones Exteriores. Salta a la vista que las necesidades de la diplomática no son las mismas que, digamos, un beneficiario de los proyectos esfumados. Si en el capitalismo el dinero es más importante, censuro la angurria de ‘originarios’ que roban a unos pobres indígenas.
¿Valorar nuestra historia? Deberíamos empezar por la autocrítica de reconocer que Bolivia ha sido presa de antihéroes ligados al poder político. ¿La vestimenta de algunos? Empecemos por el que cambió una humilde chompa a rayas por caras chaquetas de boutique. ¿Valorar nuestro idioma? Que se lo encaren a quien chapurrea el español y desconoce tanto el aimara como el quechua (del guaraní ni hablar), aparte de que ese trío lingüístico no representa a las múltiples lenguas del país. ¿Respetar a la mujer? Que lo digan titulares de golpizas y feminicidios de los últimos meses.
Postulado o utopía, la doctrina del “Vivir Bien” es una falsedad. Empieza en uno cuyo mayor aporte a las relaciones exteriores del país quizá sean los ‘ajtapis’ o coca en vez de leche para los lactantes. O el sexo entre las piedras, idea que espero se edite como el Kama Sutra aimara que ensombrezca a Las 50 sombras de Grey y sus secuelas.
El autor es antropólogo.
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