El
desencuentro entre EEUU y Cuba, que duraba desde 1960, ha creado costras en las
mentes de algunos latinoamericanos, costras difíciles de remover, a juzgar por
lo que ocurrió en la VII Cumbre Iberoamericana de Panamá.
Revolucionarios huérfanos: Hace dos años comenzó el diálogo de esos dos países para restablecer relaciones diplomáticas, pero algunos líderes latinoamericanos no estaban enterados, a juzgar por los discursos que hicieron en la cumbre.
El anuncio formal del reencuentro EEUU-Cuba se merecía un mejor auditorio que el de esa reunión, que mostró a unos líderes que no han actualizado sus viejos discursos de la guerra fría.
La paradoja mayor: El primer negro que llegó a la presidencia de EEUU, hombre moderno e inteligente, tuvo que escuchar unos discursos añejos y mal hilvanados, mientras el único que lo felicitaba por la iniciativa, y le pedía disculpas, era el octogenario Raúl Castro. Las caricaturas y los memes de los medios y las redes de todo el mundo reflejaron esa paradoja.
Estrella del socialismo: La saña de los discursos retrataba el desencanto de esos líderes por no haber sido informados de que la estrella que inspiraba sus actos políticos, la que dio lugar al “socialismo del siglo XXI”, se estaba desmarcando y se abrazaba con el odiado imperio.
Huérfanos de la revolución que les servía de ejemplo, desfogaron su impotencia ofendiendo a Obama, a quien Castro había definido unos minutos antes como el único inocente de los últimos once presidentes de EEUU.
Muerte de Kennedy: El discurso de Castro fue completo, porque hizo un repaso desde el nacimiento de su país, siempre sometido a las presiones y al paternalismo de EEUU. Reveló que el día en que John Kennedy fue asesinado, en 1963, había enviado un mensaje a Fidel Castro para proponer un acercamiento bilateral. Un dato que se añade a la maraña de los indicios sobre la participación de las mafias en el asesinato del esposo de Jacqueline Kennedy.
Confusión presidencial: Para el presidente boliviano lo más importante que había ocurrido en el continente era el decreto de EEUU que define a Venezuela como una amenaza, mientras que los de Ecuador, Argentina y Nicaragua saludaron el reencuentro aunque también criticaron el decreto.
EMA tuvo el desatino de aludir a su caso personal, cuando el embajador Manuel Rocha recomendó a los bolivianos no votar por el MAS, ¡comparando ese momento con el bloqueo a Cuba!
La sensación de asistir a una reunión equivocada la tuvieron también los presidentes, como el boliviano, que organizaron y financiaron, una costosa “cumbre paralela” diseñada para condenar a Obama y defender a Nicolás Maduro.
Nutrida delegación: Alrededor de 70 organizaciones sociales bolivianas enviaron a sus representantes a Panamá, con pasajes, hotel y viáticos pagados por el gobierno, pero la reunión no atrajo la atención del periodismo, cuyos flashes estaban dirigidos al saludo de Obama con Castro.
Revolucionarios huérfanos: Hace dos años comenzó el diálogo de esos dos países para restablecer relaciones diplomáticas, pero algunos líderes latinoamericanos no estaban enterados, a juzgar por los discursos que hicieron en la cumbre.
El anuncio formal del reencuentro EEUU-Cuba se merecía un mejor auditorio que el de esa reunión, que mostró a unos líderes que no han actualizado sus viejos discursos de la guerra fría.
La paradoja mayor: El primer negro que llegó a la presidencia de EEUU, hombre moderno e inteligente, tuvo que escuchar unos discursos añejos y mal hilvanados, mientras el único que lo felicitaba por la iniciativa, y le pedía disculpas, era el octogenario Raúl Castro. Las caricaturas y los memes de los medios y las redes de todo el mundo reflejaron esa paradoja.
Estrella del socialismo: La saña de los discursos retrataba el desencanto de esos líderes por no haber sido informados de que la estrella que inspiraba sus actos políticos, la que dio lugar al “socialismo del siglo XXI”, se estaba desmarcando y se abrazaba con el odiado imperio.
Huérfanos de la revolución que les servía de ejemplo, desfogaron su impotencia ofendiendo a Obama, a quien Castro había definido unos minutos antes como el único inocente de los últimos once presidentes de EEUU.
Muerte de Kennedy: El discurso de Castro fue completo, porque hizo un repaso desde el nacimiento de su país, siempre sometido a las presiones y al paternalismo de EEUU. Reveló que el día en que John Kennedy fue asesinado, en 1963, había enviado un mensaje a Fidel Castro para proponer un acercamiento bilateral. Un dato que se añade a la maraña de los indicios sobre la participación de las mafias en el asesinato del esposo de Jacqueline Kennedy.
Confusión presidencial: Para el presidente boliviano lo más importante que había ocurrido en el continente era el decreto de EEUU que define a Venezuela como una amenaza, mientras que los de Ecuador, Argentina y Nicaragua saludaron el reencuentro aunque también criticaron el decreto.
EMA tuvo el desatino de aludir a su caso personal, cuando el embajador Manuel Rocha recomendó a los bolivianos no votar por el MAS, ¡comparando ese momento con el bloqueo a Cuba!
La sensación de asistir a una reunión equivocada la tuvieron también los presidentes, como el boliviano, que organizaron y financiaron, una costosa “cumbre paralela” diseñada para condenar a Obama y defender a Nicolás Maduro.
Nutrida delegación: Alrededor de 70 organizaciones sociales bolivianas enviaron a sus representantes a Panamá, con pasajes, hotel y viáticos pagados por el gobierno, pero la reunión no atrajo la atención del periodismo, cuyos flashes estaban dirigidos al saludo de Obama con Castro.
Llevaron
danzas y carteles pero no pudieron ni siquiera ganar en notoriedad a los
enfrentamientos entre cubanos que se dieron en los alrededores de la cumbre.
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