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jueves, 16 de abril de 2015

con mano firme El Deber suscribe "Estocada a la Democracia" el duro golpe de los tribunales electorales, "entre gallos y medianoche"dar por vencedor en las elecciones del 29 de marzo, al candidato masista. un escándalo. un atropello, un abuso inaudito de poder.

La fortaleza democrática del pueblo boliviano debe ser correspondida por un sistema electoral que garantice los plenos derechos de los electores. En estos términos reflexionó Álvaro Colom, que encabezó la misión de observadores de la OEA en las elecciones regionales del 29 de marzo. Colom, expresidente de Guatemala, identificó, además, ‘problemas estructurales’ en dicho sistema y recomendó, para solucionarlos, la apertura de un debate político y legislativo para implementar las reformas necesarias. 

En la línea de sus observaciones realizadas antes de dejar el país, el jefe de la misión internacional habrá empalidecido si a la distancia supo de las últimas acciones que correspondieron al Tribunal Electoral de Chuquisaca que, entre gallos y medianoche, concedió la victoria en los comicios para gobernador de ese departamento al candidato oficialista, excluyendo más de 9.000 votos que correspondían a otra organización política cuyo candidato renunció. De llamativa manera, la anulación de esos sufragios había sido anunciada en los días previos por los principales gobernantes del país. La errónea decisión, amplia y duramente condenada por analistas, activistas y académicos, como por diversos sectores ciudadanos, dejó sin efecto la segunda vuelta viabilizando, sin otro trámite, la reelección del gobernador Gabriel Urquizo (MAS) mientras la oposición chuquisaqueña ha anunciado que apelará ante el Tribunal Supremo Electoral y el Tribunal Constitucional, fuera de impulsar acciones penales contra los vocales electorales que fallaron en tal sentido, incluso violando hasta la propia normativa del proceso.

Entre tanto, han empezado a elevarse y multiplicarse las voces que piden la renuncia de los vocales del Órgano Electoral a escala nacional y en todos los departamentos por no haber mostrado imparcialidad durante el último proceso comicial. Una imparcialidad puesta bajo sospecha desde el principio por algunos de los propios vocales que, al asumir sus cargos, juraron con el puño izquierdo en alto siguiendo el estilo impuesto por el partido gobernante. Uno de ellos dijo públicamente y sin inmutarse que jamás se arrepentirá de haberlo hecho de ese modo.

Con lo ocurrido en Chuquisaca y cuando están pendientes las segundas vueltas electorales en Beni y Tarija donde el Gobierno desplegará una fuerte estrategia en respaldo de sus candidatos, la democracia boliviana ha sufrido una muy fuerte estocada por la falta de transparencia y rectitud que estropea torpemente el derecho constitucional al voto y la buena fe del electorado boliviano

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