Brulote descarado, como el afán continuista
Los jerarcas del masismo gobernante apenas habían terminado de llorar a moco tendido por la muerte del peor autócrata de todos los tiempos de América cuando, en lugar de enderezar un poco el rumbo de la patria, se dieron a la tarea de difundir –gastando el dinero del pueblo– un brulote en el que las emprenden contra el periodismo independiente nacional, tratando de hacerlo aparecer como desestabilizador del régimen. Por supuesto que la maquinación –como las matanzas de Porvenir y del hotel Las Américas y otras trapacerías-, incluye el velado propósito de intimidar a los comunicadores y a los medios en los que trabajan, intentando, asimismo, que la colectividad nacional crea que la prensa no es de fiar y está complotada con opositores para desacreditar al Gobierno y confabular contra él.
En lo que corresponde a este decano de la prensa cruceña y a sus periodistas, como aconteció desde que empezó a circular en su primera y segunda época –así hubiesen predominado dictaduras ensoberbecidas– no le temen a las bravatas y continuarán informando y orientando a la ciudadanía boliviana con veracidad y mesura, además opinando con firmeza, fieles a la divisa que es el legado más valioso que dejó su refundador y director durante más de medio siglo: “Con la voluntad de Dios y el esfuerzo de hombres de buena fe, EL DEBER, un diario para pueblos que no pueden vivir sin luz”.
Por lo demás, esa ciudadanía conoce a las instituciones que le sirven y que le procuran ciertos elementos en el objetivo de mejorar sus condiciones de vida, que posibilitarán que sus descendientes en el próximo futuro alcancen los éxitos y el bienestar que merecen. Entre esas instituciones está la prensa nacional independiente –la más fiable según sondeos-, contra la que el partido oficialista no conseguirá el descrédito que pretende con su brulote descaradamente titulado ‘El cártel de la mentira’.
Descarado como la maquinación, con su enorme parafernalia, para que el continuismo se perpetúe en Bolivia al más funesto estilo cubano, desoyendo, lo que es más grave, le sentencia que dictó el pueblo en el referéndum de febrero cuando dijo ‘No’ a los apetitos de más poder de los mandones actuales
En lo que corresponde a este decano de la prensa cruceña y a sus periodistas, como aconteció desde que empezó a circular en su primera y segunda época –así hubiesen predominado dictaduras ensoberbecidas– no le temen a las bravatas y continuarán informando y orientando a la ciudadanía boliviana con veracidad y mesura, además opinando con firmeza, fieles a la divisa que es el legado más valioso que dejó su refundador y director durante más de medio siglo: “Con la voluntad de Dios y el esfuerzo de hombres de buena fe, EL DEBER, un diario para pueblos que no pueden vivir sin luz”.
Por lo demás, esa ciudadanía conoce a las instituciones que le sirven y que le procuran ciertos elementos en el objetivo de mejorar sus condiciones de vida, que posibilitarán que sus descendientes en el próximo futuro alcancen los éxitos y el bienestar que merecen. Entre esas instituciones está la prensa nacional independiente –la más fiable según sondeos-, contra la que el partido oficialista no conseguirá el descrédito que pretende con su brulote descaradamente titulado ‘El cártel de la mentira’.
Descarado como la maquinación, con su enorme parafernalia, para que el continuismo se perpetúe en Bolivia al más funesto estilo cubano, desoyendo, lo que es más grave, le sentencia que dictó el pueblo en el referéndum de febrero cuando dijo ‘No’ a los apetitos de más poder de los mandones actuales
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