Las comparaciones son odiosas. Siempre lo son y mucho más cuando se repiten constantemente y con fines muy engañosos. El Gobierno del MAS dedica demasiado tiempo a comparar los últimos ocho años con el denominado “periodo neoliberal”. No hay discurso, mensaje o cualquier intervención de algún funcionario en el que no se invoque el proceso que transcurrió entre 1985 y 2005. El discurso presidencial del miércoles pasado se extendió por casi cinco horas y seguramente más de la mitad fue invertido, con cuadros, cifras y muchos conceptos, a machacar sobre el “paraíso plurinacional socialista” versus “el infierno neoliberal”.
Antes de pasar al análisis hay que recalcar, como dato innegable, que el MAS ha cumplido ya ocho años en el poder, casi la mitad de las dos décadas “neoliberales” y ese periodo sus ingresos han sido siete veces más que los 30 años anteriores al 2005. Las preguntas del millón son ¿qué hizo para ganarse la lotería? ¿quién compró el billete?, ¿en qué está invirtiendo semejante fortuna?
Siempre es bueno mirar la historia y si de comparaciones se trata, deberíamos mirar mejor a la dictadura en lugar del periodo neoliberal, porque es ahí donde se originó todo, incluso el proceso político que hoy estamos viviendo.
Durante el periodo dictatorial, el país vivió un periodo de bonanza similar al que estamos experimentando, producto de los mismos fenómenos actuales, es decir, una lluvia de ingresos por la venta de materias primas que nadie ha sembrado y cuyos precios han estado batiendo récords. Los militares del pasado se dedicaron a derrochar, a proyectar obras faraónicas muy representativas del estilo populista y autocrático y también invirtieron mucho en pagar lealtades y se olvidaron de la educación, de la salud, de la productividad, en fin, de promover un país sostenible y competitivo.
Es muy raro que un Gobierno que mira tanto al pasado, no analice lo que ocurrió con la tristemente célebre UDP, que formó una coalición de izquierda y tomó el poder justo cuando los precios de las materias primas habían caído y Bolivia, como muchos otros países, enfrentaba un nuevo ciclo de “vacas flacas”, con millones de bocas que alimentar en este Estado que sigue apuntalando el rentismo como modelo que nos condena a repetir los errores.
La UDP fue culpa de la dictadura, fue una consecuencia natural, como lo es la resaca después de una borrachera. Y por supuesto, cuando el organismo está enfermo, no queda más opción que aplicarle una purga, una indeseable medicina, desagradable para quien la administra y mucho más para quien la recibe.
No hace falta decir a estas alturas que el “periodo neoliberal” también fue resultado de todo el proceso anterior, pero a pesar de todo lo que señalan en el Gobierno como si fueran actos de ensañamiento contra los cuales hay que tomar venganza, esos gobiernos no solo fueron capaces de mantener tanto la estabilidad política como la económica en tiempos de escasez, sino que mantuvieron en condiciones aceptables el sistema democrático a tal punto que le permitieron a un dirigente como Evo Morales crecer y surgir hasta convertirse en el primer mandatario.
Gracias a la relativa “soberanía” que le brinda hoy la chorrera de dólares que provienen del capitalismo mundial, el Gobierno actual tiene la oportunidad de decidir por sí mismo si quiere repetir nuevamente el ciclo y situarse, por ejemplo, en el contexto de la UDP como lo hacen Venezuela o Argentina o, lo que es peor, si quiere instaurar en Bolivia una nueva dictadura. Parece que estamos más cerca de esta última opción y lamentablemente nadie podrá salvarnos de las consecuencias posteriores.
Antes de pasar al análisis hay que recalcar, como dato innegable, que el MAS ha cumplido ya ocho años en el poder, casi la mitad de las dos décadas “neoliberales” y ese periodo sus ingresos han sido siete veces más que los 30 años anteriores al 2005. Las preguntas del millón son ¿qué hizo para ganarse la lotería? ¿quién compró el billete?, ¿en qué está invirtiendo semejante fortuna?
Siempre es bueno mirar la historia y si de comparaciones se trata, deberíamos mirar mejor a la dictadura en lugar del periodo neoliberal, porque es ahí donde se originó todo, incluso el proceso político que hoy estamos viviendo.
Durante el periodo dictatorial, el país vivió un periodo de bonanza similar al que estamos experimentando, producto de los mismos fenómenos actuales, es decir, una lluvia de ingresos por la venta de materias primas que nadie ha sembrado y cuyos precios han estado batiendo récords. Los militares del pasado se dedicaron a derrochar, a proyectar obras faraónicas muy representativas del estilo populista y autocrático y también invirtieron mucho en pagar lealtades y se olvidaron de la educación, de la salud, de la productividad, en fin, de promover un país sostenible y competitivo.
Es muy raro que un Gobierno que mira tanto al pasado, no analice lo que ocurrió con la tristemente célebre UDP, que formó una coalición de izquierda y tomó el poder justo cuando los precios de las materias primas habían caído y Bolivia, como muchos otros países, enfrentaba un nuevo ciclo de “vacas flacas”, con millones de bocas que alimentar en este Estado que sigue apuntalando el rentismo como modelo que nos condena a repetir los errores.
La UDP fue culpa de la dictadura, fue una consecuencia natural, como lo es la resaca después de una borrachera. Y por supuesto, cuando el organismo está enfermo, no queda más opción que aplicarle una purga, una indeseable medicina, desagradable para quien la administra y mucho más para quien la recibe.
No hace falta decir a estas alturas que el “periodo neoliberal” también fue resultado de todo el proceso anterior, pero a pesar de todo lo que señalan en el Gobierno como si fueran actos de ensañamiento contra los cuales hay que tomar venganza, esos gobiernos no solo fueron capaces de mantener tanto la estabilidad política como la económica en tiempos de escasez, sino que mantuvieron en condiciones aceptables el sistema democrático a tal punto que le permitieron a un dirigente como Evo Morales crecer y surgir hasta convertirse en el primer mandatario.
Gracias a la relativa “soberanía” que le brinda hoy la chorrera de dólares que provienen del capitalismo mundial, el Gobierno actual tiene la oportunidad de decidir por sí mismo si quiere repetir nuevamente el ciclo y situarse, por ejemplo, en el contexto de la UDP como lo hacen Venezuela o Argentina o, lo que es peor, si quiere instaurar en Bolivia una nueva dictadura. Parece que estamos más cerca de esta última opción y lamentablemente nadie podrá salvarnos de las consecuencias posteriores.
Siempre es bueno mirar la historia y si de comparaciones se trata, deberíamos mirar mejor a la dictadura en lugar del periodo neoliberal, porque es ahí donde se originó todo, incluso el proceso político que hoy estamos viviendo.
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