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lunes, 14 de septiembre de 2009

por fin plenamente de acuerdo Cayetano. Ana María había sido una ambiciosa mas, sin ideal alguno. no le importa n DDHH ni la prensa libre. pasa factur


Nadie puede reprocharle a una persona su opción política. Al contrario, hay que agradecer a quienes contribuyen a aclarar escenarios y desmontar farsas. Por eso hay que felicitar a doña Ana María Romero de Campero, flamante candidata a senadora por el oficialismo quien, ¡por fin!, puso en evidencia lo que todos sospechábamos: la Defensoría del Pueblo era un simple trampolín para el encumbramiento político. Y se entienden ahora sus encendidas intervenciones a favor de Evo Morales y de los cocaleros. Lo que hace Evo es la simple compensación por los méritos acumulados por doña Ana María en favor de sus amigos, hoy gobernantes.

Es el mismo caso de don Sacha Llorenti, ardiente Presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos: ¡había sido un trampolín! Hoy, Llorenti, es uno de los símbolos burdos de la mentalidad totalitaria del gobierno. Los “defensores de los derechos humanos” terminaron mostrando la hilacha: eran una suerte de agentes encubiertos en la ofensiva masista hacia el poder.

Y en el caso de doña Ana María tengo más de una duda sobre si su opción política está más basada en la ambición que en la convicción. Fue Ministra de Estado con Wálter Guevara Arze, a quien no creo que nadie considere precisamente un símbolo de la izquierda nacional. Y cuando se instauró la Defensoría del Pueblo, su nombre fue usado -y eso lo sabíamos todos, incluyendo ella- para tapar la repartija del flamante Tribunal Constitucional y Consejo de la Judicatura que estaban organizando en el Congreso don Tuto Quiroga y don Luis Vázquez. Que quede claro, en todo caso, que la ambición en el ser humano, es un sentimiento perfectamente natural y legítimo. Lo que sí es un poco feo, es que se trate de disfrazarla de ideología.

La flamante candidata y segura senadora que, por cierto, alcanzó sus mayores niveles de respetabilidad como Directora de un medio de comunicación, estaba muy contenta y orgullosa por haber recibido la invitación del propio Presidente, el mismo que donde puede y cuando puede, proclama al mundo que los medios de comunicación son sus principales enemigos. La entusiasta aceptación permite inferir, legítimamente, que por lo menos comparte los juicios de don Evo.

Si no fuera así, ¿cómo explicar que la ex-Defensora y ex-Directora, no dijera una sola palabra -hasta ahora por lo menos-, respecto de sus ex-colegas de Unitel agredidos y baleados por agentes gubernamentales? Porque no es un detalle menor el saber oficialmente, que los agresores son parte de la estructura gubernamental y partidaria que ella va a representar de manera protagónica en el próximo Senado.

Ha dicho que ella no va a ser una levantamanos más. Me temo que se la va a ver en figurillas, porque lo que hemos podido comprobar en los últimos años, es que Evo Morales no admite ni crítica, ni disidencia y menos indisciplina. ¡Ni siquiera admite una receta médica! Y más de uno de los actuales senadores puede certificarlo cuando tuvieron que llegar al grosero extremo de “retirar” las firmas de un documento, después del enojo superior. De cualquier manera, se trata de una situación más que hipotética. Lo probable, siguiendo sus declaraciones y actuaciones, es que doña Ana María sea, tal como lo piensa Evo Morales, una de las caras sonrientes, uno de los rostros amables, destinados a encubrir el verdadero carácter del proyecto, su intención totalitaria y su deleite en el ejercicio represivo.

En todo caso, el trampolín fue bueno… ¡se produjo el salto!

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