Millones de brasileños tomaron este último domingo las calles de 64 ciudades del país, con réplicas en muchas otras del mundo, en contra del gobierno de Dilma Rousseff, por la escandalosa corrupción que lo caracteriza y el delito de haber colocado a Petrobras, la principal empresa petrolera del país, al borde de una quiebra inminente.
Lo inusual de esta protesta es que, a diferencia de aquellas que anteriormente se realizaron para rechazar los dispendiosos gastos incurridos para el campeonato mundial de fútbol, ésta no solo se avocó a solicitar un cambio de políticas, sino que planteó la destitución de la presidenta y hasta el clamor de un golpe militar que enrumbe los destinos del Brasil.
La connotación de estas multitudinarias manifestaciones, en el propio seno del Foro de Sao Paulo y en contra de sus fundadores, sugiere una relación muy estrecha con la realidad que están viviendo todos los gobiernos socialistas y populistas que han surgido a través de esa entelequia política, desde Cuba hasta la Argentina.
Ese experimento político basado desde sus inicios en prácticas non santas, como el narcotráfico, el secuestro etc., que subvengan los gastos de sobrevivencia de la parasitaria gerontocracia cubana, que acababa de ser abandonada por sus benefactores soviéticos, tuvo la fortuna de contar con el petróleo venezolano que, sumado a los otros ingresos, fue dilapidado a raudales hasta dejar en la miseria a la patria de Bolívar, presa de “revolucionarios” corruptos que se disfrazaron de bolivarianos primero y de socialistas después.
Curiosamente, con tristeza y frustración muchos brasileños pudieron verificar a través del sugestivo título de un matutino paceño publicado el pasado domingo 1º de febrero, donde se señala: “Petrobras invierte 1 MM de dólares en 15 proyectos sociales en beneficio a 2850 familias del sur de Bolivia”. Entonces, infieren con justificada razón que Petrobras, a pesar de todos los escándalos que la aquejan y teniendo su sede en Brasil pignorada, al hacer estas donaciones a Bolivia sólo puso en evidencia la ligereza de su Presidenta Dilma, al formularlas en su visita a nuestro país, con motivo de la posesión presidencial.
Carlos Marx al referirse a la corrupción señaló que ésta se manifiesta por distintos cauces, entre los que citó como ejemplo: cuando se ha convertido a la tierra en una mercancía y se obliga a los hombres y mujeres a desarraigarse de su terruño, ese pedazo de tierra donde se nace, se crece, se trabaja para obtener el alimento y finalmente, donde se muere. A ello calificó de vaciamiento o alienación. Hoy, esa figura de vaciamiento la han comprendido sus seguidores en vaciar las arcas fiscales hasta dejarlas limpias y aún a riesgo de generar el ocaso de estas monarquías marxistas.
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