La caída en picada del gobierno del MAS ha hecho que S.E. tenga que recurrir a muchos de sus artilugios para tratar de estabilizar su proyecto cósmico de los 500 años, que hace aguas a los 5 de errática gestión. Las soberanas tonterías que se han cometido en un lustro, la falta de realizaciones, de inversión, y la escandalosa propaganda como contrapeso fullero, han puesto a la economía nacional en grave riesgo, y aquel “pueblo boliviano”– del que S.E. se ha apropiado – está hambriento, endeudado, y totalmente desencantado de un liderazgo que lo consideraba como parte de su carne pero que no había sido tanto.
Mientras algunos cabezas duras del Gobierno continúan, con mirada torva y saliva ácida, echando pestes contra el neo – liberalismo y el imperialismo, sin mirar en su entorno ni menos al futuro, S.E. y algunos pocos se empiezan a dar cuenta de que con demagogia ya no van a llegar muy lejos. Los escenarios huecos, seguidos de redoble de tambor, charango, pututus, cohetillos y cuecas, ya cumplieron su cometido. S.E. ya los exprimió, les sacó el jugo. Ahora le toca enfrentar los problemas de la verdadera Bolivia, la de siempre, la republicana, la famélica y quejumbrosa nación, no la del pachacutismo, que no es sino un eslogan más, producido con plata prestada por Chávez.
S.E., el hombre que hasta en la última Cumbre Alimentaria de Oruro responsabilizaba a la empresa privada de la escasez de alimentos – sobre todo de azúcar – ahora ha cambiado de libreto y pide “de manera pública y sincera” a los grandes banqueros (de aquí y del exterior) que traigan su platita para invertir en Bolivia. Su error está en decirles a los banqueros que EEUU y Europa ya no son confiables para hacer negocios, que “ya no sirven para invertir”, que, más bien, los grandes empresarios norteamericanos y europeos están mirando a América latina como una región segura para poner su dinero.
Lo primero; que EEUU y Europa ya no son atractivos para invertir es un desacierto. No es verdad. Pero lo segundo, que Latinoamérica está en la mira de los inversores es cierto. Lo que no ha dicho S.E. es que Latinoamérica es muy amplia y diversa, y que quienes van a invertir piensan en Brasil, México, Chile, Perú, Colombia, Uruguay, Costa Rica, y algunos otros países. (En Chile se invertirán 50 mil millones de dólares en minería en los próximos 4 años). Pero no piensan poner un dólar partido por la mitad en Bolivia, Nicaragua, ni en Venezuela. Las naciones del ALBA indigestan a cualquier banquero o inversionista.
Aunque S.E. hable de manera “pública y sincera”, no le creen. Se ha pasado cinco años insultando a los empresarios y a la inversión privada, nacionalizando, acosando, hurgando, amenazando, engañando, que ahora ya lo ignoran. Imaginamos qué estarán esperando los empresarios nacionales y extranjeros para el festín gubernamental del 1º de Mayo, cuando cada año se provoca algún desbarajuste legal con olor a multitudes o cae alguna empresa privada en manos del Estado. ¿Es la palabra de S.E. suficiente garantía, luego de lo que se ha visto, para que vengan corriendo los inversores a Bolivia?
Dos problemas muy graves existen en el Estado Plurinacional que excusan atender los anhelos y la angustia de S.E.: la falta de seguridad jurídica y el narcotráfico. Un país donde la seguridad jurídica es inexistente está cerrado a las inversiones. Y en la Bolivia de hoy se atropellan las leyes con un impudor que causa pasmo. Todos los capataces que ahora están encumbrados en el poder no hablan de otra cosa que no sea de quitar lo que sea: haciendas, fábricas, empresas, campos, hasta casas. ¿Así se puede convencer que es mejor invertir aquí que en EEUU o Europa?
Y lo otro terrible es que un país donde campea impunemente el narcotráfico es país enfermo. Es nación vetada. ¿Quién puede poner su capital en una nación donde el “blanqueo” de dinero es casi normal y donde están incrustadas mafias dentro del aparato estatal? El tráfico de drogas, cuando se instala en una administración, hace que el país se quiebre peligrosamente, que se pudra por dentro. Y en esas circunstancias no habrá jamás quien ose arriesgar su capital.
En México y Colombia existe narcotráfico y lo saben los inversores. Pero saben también que existe seguridad jurídica, sin la menor duda, y que hay una lucha frontal contra las mafias de la droga a un costo muy alto en vidas. No es la situación de Bolivia donde hasta atreverse a hacer una denuncia contra los narcotraficantes irrita al Gobierno. Una advertencia sobre el riesgo del narcotráfico lo toma el Estado Plurinacional como una ofensa. Se produce inmediatamente la amenaza oficialista contra la persona, como lo estamos viendo hoy mismo con Ernesto Justiniano. Se la investiga para acallarla en vez de husmear a los mafiosos. Eso es mala conciencia.
Dice S.E. que no quiere pasar más vergüenzas porque nos estamos convirtiendo en grandes importadores de alimentos, cuando éramos exportadores importantes. Es cierto. Con ese mismo criterio que se avergüence también de que Bolivia sea la gran pionera en la exportación ilegal de cocaína. Si S.E. se avergüenza de importar alimentos y paro también de exportar cocaína, estaríamos encontrando por fin un camino aceptable.
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