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viernes, 8 de julio de 2011

sin Servicio de Identidad, sin Control Vehicular, sin Guardia Presidencial, sin todas sus actividades lucrativas la Policía sólo patrullará las calles. Hay malestar entre los policías, hasta qué punto?

INSENSATEZ e INSENSIBILIDAD


Cynthia Perou Gutierrez

Cuando me enteré que el Gobierno estaba pensando en transferir los servicios de identificación personal y licencias de conducir a manos de entidades civiles, me di cuenta que lo que se necesitaba era una excusa política para llevar a cabo tan delicada acción. Afortunadamente para el Ministro Llorenty, siempre se puede contar con la Policía y fueron ellos mismos, a través del Gral. Sanabria, quienes brindaron la excusa para quitarle a los policías estas lucrativas actividades.

Así las cosas, resulta ahora que el Servicio General de Identificación Personal (SEGIP) está tropezando con problemas de toda índole: demoras, enardecidas filas de solicitantes, falta de personal, falta de equipos y otras cosas más. El mismísimo Llorenty dijo que “alguien” se llevó equipos del ex servicio de identificación de la policía y estoy segura que a la fecha, muchos –por no decir todos- los policías que se hallan trabajando en el SEGIP están saboteando a la entidad y su Director Interino a fin de que la opinión pública empiece a pensar que las cosas estaban mejor antes, con la Policía.

Pero eso no es todo; resulta que toda la presión que se ha puesto sobre la Policía Boliviana con el tema de identificación y licencias de conducir, el Presidente ha decidido quitar a la Policía del servicio de seguridad presidencial y ya el Ministro Llorenty había instruido retirar a los policías que brindan seguridad privada para ponerlos a patrullar. La idea es buena, pero parece que todo esto ha sido demasiado y la policía está perdiendo la paciencia. De hecho, el Ejército entero se halla acuartelado ante la posibilidad de que la policía protagonice otra de sus escenas como las del dos mil tres.

Sin embargo, y como para el gobierno no puede haber suficientes frentes, se ha abierto dos en el extranjero: uno con Chile por el tema marítimo y otro a nivel global con el tema del Tratado de Viena. Nos interesa este último por las repercusiones intrínsecas del tema. Veamos: primero se dijo que Bolivia no abandonaría el Convenio. Resulta que si lo abandonamos y pensamos volver el 2012, una vez que el “acullico” sea despenalizado. Esta es una excusa de lo más barata. En los hechos tenemos que entender que este régimen ha crecido, desde sus orígenes pseudo sindicales, a la sobra del narcotráfico y esta es únicamente una acción necesaria y consecuente con sus propias bases. Es un compromiso que el gobierno debe cumplir.

Ahora bien, ¿cuál es la estrategia de despenalización? ¿Cuánta gente en el mundo “acullica”? o mejor aún, ¿cuánto interés existe en recibir productos “industrializados” de hoja de coca en los mercados mundiales? Las cifras no las conozco, pero puedo adivinar que son cercanas a cero. Entonces ¿por qué queremos despenalizar la hoja de coca o su “acullico”? A mí me parece que si logramos despenalizar la hoja de coca y hacemos añicos, como dijo la JIFE, el sistema internacional de lucha contra los estupefacientes, tendremos el pretexto de que las enormes cantidades de coca que se cultivan están destinadas a la industrialización de productos lícitos; ahora no tenemos ninguna excusa. En los hechos sabemos que lo único interesante de la hoja de coca es su alcaloide, al menos eso es lo que le interesa al mundo. Nunca he visto una misión comercial que venga de algún “tigre” asiático o de un país europeo (aunque sea del Este) que haya visitado a algún gobierno boliviano, incluido este, que haga conocer su interés por producir e industrializar productos derivados de coca.

Al final del día, la “alianza” entre Bolivia, Venezuela y Cuba pretende matices ideológicos, pero en los hechos parece que lo único que nos vincula es el tema del narcotráfico. En efecto, para nadie es un secreto las escabrosas vinculaciones de Chávez con el narcotráfico y la guerrilla que operan en Colombia y tampoco es un secreto que Cuba se ha convertido en una especie de narcoportaviones y todos ellos unidos contra el imperialismo yanqui. En mi humilde parecer hay que prestar atención a las cosas que se están haciendo con la Policía y las políticas que se llevan adelante a favor del crimen organizado internacional. Ya pasamos por estas cosas y conocemos muy bien sus desenlaces y al final, los únicos que quedamos mal, somos nosotros, los bolivianos.

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