Suficiente malestar y repudio ha producido en gran parte de la ciudadanía el hecho de que el presidente Evo Morales postule por tercera vez a la jefatura del Estado, como para que a eso se agregue, además, una serie de decisiones que está adoptando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) que aseguran mayores ventajas a la candidatura oficialista. El TSE afirma que todo está enmarcado en la Ley del Régimen Electoral, pero eso no convence a los partidos de la oposición.
Bolivia requiere de un clima de armonía y de paz durante estos meses previos a las elecciones generales. El país está siendo observado con gran curiosidad por la comunidad de naciones, los organismos internacionales y la prensa más influyente. Por si fuera poco, dentro de un mes estarán en Santa Cruz representantes de más de un centenar de países en la reunión del G-77+ China, donde acusaciones de parcialidad o anuncios de posible fraude no dejarían una buena imagen.
Existe una enorme expectativa por lo que pueda suceder en una nación cuyo Gobierno proclama cambios, asegura conductas renovadas y vaticina tiempos nuevos, producto de una mentalidad insobornablemente honrada.
Debemos admitir en que existe una manifiesta desconfianza en el TSE de parte de los partidos de oposición. Los plazos ajustados para la inscripción de candidatos, la drástica reducción del tiempo para realizar las campañas y la propaganda electorales, la negativa a financiar los gastos de los partidos, las disposiciones que regulan los sondeos y encuestas políticas limitando su acción, el temor a que el recuento de sufragios sea centralizado en la sede de Gobierno, el modo en que votarán nuestros compatriotas que viven en el exterior, y últimamente el Reglamento de Delimitación de Circunscripciones Uninominales, que la oposición califica como inconstitucional, produce verdadera zozobra, insinúa que se está lidiando con un árbitro parcializado de antemano.
El sentimiento democrático del pueblo boliviano ha permitido que se pase por alto la candidatura para la re-relección del presidente Morales. Pero lo que a todas luces no permitirá la oposición es que, además, el TSE sirva al Gobierno en vez de servir a la democracia. Eso de que no se cuente con un mapa electoral claro y que se busque, a través de una fórmula, favorecer al MAS, dando mayor preferencia al voto rural por encima del voto urbano, sería ir en desmedro de las posibilidades de la oposición y, lo que es más grave, de la propia democracia.
Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero
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