La muerte del ex presidente argentino Néstor Kirchner casi seguramente dificultará la gestión de la actual presidenta Cristina Fernández --su viuda--, y posiblemente acelerará la reticente inserción de Argentina en la economía global.
A juzgar por las entrevistas que les realicé en años recientes a Kirchner, la actual presidenta y sus asesores más cercanos, el ex presidente era el poder detrás del trono que prácticamente manejaba el gobierno hasta el día de su muerte.
Fue el tenaz líder del partido peronista que mantuvo bajo control a los líderes sindicales mediante una mezcla de intimidación y recompensas económicas, y fue quien estuvo detrás de casi todas las grandes decisiones gubernamentales de su esposa.
Un ex colaborador cercano de Fernández me dijo recientemente que cuando ella asumió la presidencia a fines del 2007, estaba decidida --aparentemente con el aval de su marido-- a darle una marca personal a su gestión, y no a convertirla en una mera continuación del gobierno de su marido.
Pero dos crisis producidas al principio de su presidencia --una huelga rural contra los impuestos a las exportaciones y la revelación de grabaciones del FBI que sugerían que una maleta con casi $800,000 en efectivo que fueron entrados de contrabando al país por una delegación del gobierno venezolano habían sido destinado a los fondos de su campaña presidencial del 2007 --la llevaron a refugiarse cada vez más en su marido.
“Ella nos decía que ni siquiera nosotros, sus colaboradores, la estábamos apoyando, y que el único que la defendía era Néstor Kirchner”, me dijo el ex funcionario. “De allí en más, sus iniciativas personales quedaron cada vez más opacadas por las prioridades de Néstor”.
Sin Néstor Kirchner a su lado, no está claro si la presidenta Fernández podrá mantener alineados a los sindicatos y otros sectores de su partido, y si tendrá que adelantar las elecciones del 2011. Para empeorar las cosas, casi todos los economistas coinciden en que el fuerte crecimiento económico argentino de este año se detendrá sustancialmente el año próximo.
¿Qué cambiará en Argentina con la muerte del ex presidente? En un futuro no demasiado distante, es probable que Argentina se vuelva un país menos aislado del resto del mundo, y más consciente de que antagonizar a los inversores domésticos y extranjeros, a los medios de comunicación y a las otras ramas del gobierno no ayuda a crecer y reducir la pobreza.
La “pareja presidencial´” --como se conoce a los Kirchner en Argentina-- se benefició de una bonanza económica gracias a los altos precios mundiales de las materias primas y a las bajas tasas de interés mundiales, pero desperdició la mejor oportunidad de Argentina en casi un siglo de invertir en fortalecer las instituciones democráticas, educación, innovación, y en atraer inversiones que podrían haber sentado las bases para un crecimiento a largo plazo.
Cuando entrevisté al fallecido presidente Kirchner en el 2004, me dio la impresión de ser un líder que, a diferencia de sus colegas de países vecinos, mostraba poco interés por lo que estaba ocurriendo en el resto del mundo. En una prolongada conversación que mantuvimos después, constantemente culpó a terceros --Estados Unidos, las instituciones financieras mundiales y los gobiernos anteriores de Argentina-- de todos los males del país.
Cuando al final de la entrevista sugerí humildemente que los países que más crecen y reducen la pobreza --ya se trate de Chile, China o India --son aquellos que mantienen el rumbo económico, atraen inversiones y que se vuelven más competitivos en la economía global, pareció no escuchar lo que estaba diciendo. Me interrumpió, y recomenzó su discurso acerca de cómo las políticas neoliberales del gobierno anterior y las instituciones financieras habían llevado al país a la debacle financiera del 2001.
El ex presidente no disimulaba su falta de interés por las relaciones exteriores. Uno de sus ex cancilleres me dijo en una oportunidad que “las reuniones con líderes extranjeros lo aburren. Es la parte de su trabajo que menos le gusta. Su principal y única prioridad es sacar a la Argentina de la pobreza”.
Los “plantones” de Kirchner a altos dignatarios extranjeros eran legendarios. Según reportes de prensa, dejó plantados entre otros al ex presidente ruso Vladimir Putin y a la ex presidenta de Hewlett Packard Carly Fiorina, quien, según The Financial Times, abandonó el palacio presidencial después de esperar 45 minutos en vano su entrevista con el entonces presidente. Fiorina siguió viaje a Chile y Brasil, donde los presidentes de ambos países le dieron una bienvenida de alfombra roja.
Mi opinión: La presidenta Fernández merece no sólo nuestra solidaridad en estos momentos de luto, sino también el apoyo de todo el mundo para que pueda gobernar exitosamente hasta el final de su mandato.
Después de las elecciones del 2011, no me extrañaría que Argentina se convierta en un país menos ensimismado.
Los principales contendientes para las elecciones de 2011 --incluyendo los peronistas, como el gobernador de Buenos Aires Daniel Scioli, y el peronista disidente y ex presidente del país Eduardo Duhalde-- dicen, en privado o en público, que quieren una Argentina más insertada en la economía global. El fallecimiento del ex presidente Kirchner quizás marque el final de una era.
1 comentario:
Gracias por informar de esta forma. Ya que estoy recien llegada a la Argentina, recien mudada a unos apartamentos en Buenos Aires, así que esta vision me aclara el panorama. Gracias y saludos.
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