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sábado, 29 de enero de 2011

Manfredo Kempff se refiere de nuevo "a la diplomacia que parece chacota" los tumbos que da el Canciller y la desastroza política internacional con Evo


Habría que empezar esta notita diciéndole al canciller Choquehuanca como una reflexión sincera que leer periódicos no embrutece, que lo embrutecedor es masticar coca todo el día. Informarse a través de los medios, ilustra, no idiotiza, si se sabe seleccionar, interpretar y entender la información; pero claro que alguien sometido a la acción de alcaloides es incapaz de entender mucho. Y un grupo social en esas condiciones está destinado a naufragar en sus empeños de grandeza. Otorgarle la responsabilidad de gobernar es suicida.

Movilizar a todo un país por el “acullico” reclamando tradiciones ancestrales y efectos saludables en la coca no es más que un signo de atraso mental. Pero cada uno tiene la libertad de hacerlo y no somos quienes para tratar de evitarlo. Ahora, eso de que la mitad de Bolivia o más marche ovejunamente obedeciendo a la batuta del Gobierno, exigiendo la despenalización de la hoja de coca, sin pensar en que más urgente es producir alimentos para que los bolivianos no perezcamos de hambre, es demencial.

Existe medio país – el oriente y algunos valles – que está empeñando su esfuerzo, desde siempre, en producir azúcar, maíz, soya, arroz, papas, carne, verduras, frutas; y otra parte de la nación, que, curiosamente, lo único que quiere es producir coca y despenalizarla ante las Naciones Unidas para aumentar su producción, aunque sabemos que la meta no es más coca para “pijchar”, sino destinarla al negocio ilícito, para “vivir bien”.

Este gobierno es atrabiliario y abusivo con los productores de alimentos a quienes sanciona internamente y obstruye en sus exportaciones. Se distingue por la mano dura con la producción agropecuaria y la mano abierta con el incremento de las plantaciones de cocales. ¿Así queremos crecer al ritmo de nuestros vecinos? ¿Es racional todo esto? ¿No es disparatado que se premie y se aliente a los sospechosos cocaleros y se sancione a los productores del oriente?

Con esa política errática y peligrosa estamos camino de importar alimentos a corto plazo, porque el “acullico” no nos va a nutrir y a algunos nos va a producir arcadas y diarrea por falta de costumbre. ¿Y entonces vamos a importar alimentos con los excedentes que deje la coca? ¡Qué chiste tan cruel! ¡Casi como el de S.E. con la cuestión de Atacama! Lo más probable será, entonces, que volvamos a recurrir a la caridad internacional como a mediados del siglo pasado. Hacia allí camina imparable el Estado Plurinacional si continúa entregado a la demagogia y la chacota. Y si continúa con su hostilidad hacia los empresarios cruceños, a quienes no hace otra cosa que engañar y mentirles ahora que los tiene contra las cuerdas.

¿Así que una parte del país tiene la obligación de producir alimentos en medio de trabas como pobres siervos de la gleba y la otra, la andino-centrista, soberbia y encumbrada en el poder, de sembrar coca? El Estado Plurinacional no abre mercados para la producción agropecuaria nacional, por el contrario, los cierra. Adiós tratados de libre comercio y políticas de integración económica. Pero, sin embargo, dedica todo su esfuerzo diplomático en modificar la Convención de NNUU de 1961, para que se reconozca el derecho a los bolivianos de masticar coca y por supuesto, para, en un segundo paso, poder comercializarla a su gusto.

Pero, a propósito de la masticación de la coca, ¿acaso en Bolivia se obedece la Convención de NNUU de 1961 aunque la prohíbe? ¿Acaso la ley 1008 no permite la siembra de 12 mil hectáreas de coca destinadas al “acullico” y a las humaredas paganas? ¿No vemos dientes verdes por todas partes? ¿Qué más se quiere hacer? Lo que se desea es manga ancha para convertir al Estado Plurinacional en centro cocalero universal al haberse frustrado su anhelo de convertirse en centro de distribución energética en el subcontinente.

Bolivia camina de tumbo en tumbo en su política exterior, nada más que por chacotera. Prácticamente dimos fin con la Comunidad Andina y quedamos solos; fracasamos estrepitosamente, por goleada, en la Cumbre de Cancún y quedamos huérfanos; parece que el desencanto con la cuestión marítima con Chile va a ser demoledor; y ahora, si EEUU veta cualquier intento “plurinacional” respecto de la coca en NNUU, sería como la fresa sobre el merengue.

Al canciller Choquehuanca se lo conoce como a una persona prudente, leal, bien intencionada, hasta esforzada en aprender temas que no había visto en su vida. Pero, ¿qué puede hacer ante la labia ligera y descomedida de S.E.? ¿Qué puede hacer Choquehuanca para que se detenga la chacota si él mismo tiene que salir a aclarar las bromas de su Presidente? ¿Y qué puede hacer si la chacota diplomática la maneja, bajo cuerdas, desde Nueva York, el embajador Pablo Solón? Porque a Solón se lo recordará como al diplomático del desacierto; el improvisado del fracaso, que provocó lo único que se debe evitar en este oficio: quedarse solo.

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