Dicen que vivimos en una plena y representativa democracia. En América Latina cada día se viven hechos que ponen en duda tal afirmación. Dos ejemplos son Honduras y Venezuela, que han dado demasiadas señales de ir contra este sistema.
No importa que venga de la derecha o de la izquierda. ¿De qué sirve la democracia si los derechos no se respetan?
Honduras es el país donde a nombre de la democracia se han vulnerado derechos fundamentales tras el golpe de Estado del 28 de junio. Ese día un grupo de militares sacó al presidente Manuel Zelaya de su casa, lo sentó en un avión y lo echó del país. Ésa fue una violación a la Constitución, pues no se puede derrocar al presidente, ni siquiera con apoyo del Parlamento, sino por voluntad de sus mandantes y mediante nuevas elecciones.
El régimen de facto hondureño también decidió establecer toque de queda, cortar la luz y, por ende, las transmisiones de televisión y radio en momentos críticos del conflicto. En medio de la crisis se informó de hasta 1.200 detenidos por pedir el regreso de Zelaya en manifestaciones callejeras. De éstos, tres murieron por impactos de bala. Todas éstas son características de un gobierno dictatorial.
Lo anterior no pasa en Venezuela, donde el sistema es democrático; sin embargo, también hay atropellos del poder a nombre de la democracia.
El gobierno de Hugo Chávez propuso una ley que castiga los “delitos mediáticos”. La funcionaria que presentó la propuesta lo justificó así: “En el marco del derecho de los venezolanos todo tiene un límite, reclamo que se le ponga un límite al derecho”.
Días después la Asamblea Nacional aprobó la Ley de Educación, que, según la oposición venezolana, busca adoctrinar a los estudiantes a favor del Gobierno. Al respecto, Chávez aseguró: “Dicen por ahí que queremos ideologizar…Y yo respondo: Yes”.
Pero además de estos hechos nacidos en el poder democráticamente elegido, también se violan derechos en las calles. Un ejemplo es la golpiza que dieron chavistas a 12 periodistas que repartían volantes contra la Ley de Educación.
Si bien en democracia el Estado es la expresión de la opinión mayoritaria, avalado por el voto, el presidente Chávez a nombre de la mayoría aplasta los derechos de las minorías, y eso tampoco es democrático.
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