Mientras prácticamente todas las actividades públicas y privadas quedaron suspendidas por el paréntesis de los festejos propios del Año Nuevo, la intensidad que caracteriza al ritmo con que trabaja el equipo gubernamental no se dio pausa ni respiro. Mientras todos descansaban, ellos se mantuvieron activos, sin perder ni un segundo de su tiempo, esta vez abocados a pulir la estrategia electoral con la que se proponen cosechar nuevos éxitos en las urnas en el próximo abril.
No es poco el trabajo que tienen los operadores políticos del oficialismo, pues no es pequeño el reto que deben afrontar. Y esta vez, a diferencia de las anteriores elecciones, las principales dificultades se presentan en el frente interno. Es que ahora son cientos los aspirantes a ocupar los lugares privilegiados en las listas de candidatos y las pugnas internas han aflorado a lo largo y ancho del país con una virulencia que pone en serias dificultades a los estrategas del MAS.
Denuncias de corrupción que van y vienen, descalificaciones de todo tipo, acusaciones mutuas motivadas por el afán de sacar del camino a potenciales rivales, y hasta medidas de hecho como bloqueos de caminos y un sinfín de amenazas de medidas de presión mediante las que se intenta influir en las decisiones de la élite gobernante, son algunas de las maneras cómo se manifiesta la pugna interna en las filas del oficialismo.
El riesgo que tal situación representa para el proyecto hegemónico del MAS, para su cohesión interna y, sobre todo, para la imagen que proyectará hacia la ciudadanía, es enorme. Es que a juzgar por el tono y el contenido de los argumentos con que mutuamente se descalifican los aspirantes a candidatos, se diría que las filas del MAS están plagadas de personajes inescrupulosos, corruptos, traidores, individuos que de ningún modo merecen la confianza de los electores. Y al no ser de filas opositoras, sino de las suyas propias que provienen tan graves acusaciones, adquieren a ojos de la ciudadanía una especial verosimilitud. Así, independientemente de la forma cómo se resuelva tan desenfrenada pugna de ambiciones personales, la imagen del MAS saldrá sin duda muy maltrecha.
Y mientras eso ocurre en el oficialismo, el panorama no es mejor para la oposición. El rotundo fracaso de su más reciente intento de construcción de una estructura política unitaria se refleja ahora en la proliferación de infinidad de agrupaciones ciudadanas que a escala municipal y departamental se disputan los votos de quienes quisieran una respuesta alternativa a la propuesta del MAS.
Así, por uno y otro lado, todo parece conducir a que el proceso electoral que está en marcha sea uno de los que más motivos dé a la ciudadanía para desencantarse de quienes quisieren representarla en los gobiernos municipales y departamentales. Si se mantienen las tendencias que por ahora se ven, es probable que cuando llegue el momento de votar ya no se vea el entusiasmo cívico con que el pueblo boliviano participó en los últimos actos electorales.
1 comentario:
la idea es que de santa cruz puedan derrotar al ultimo de los centralistas, si no aparecerá otro.
se tienen que desterrar el narcotrafico y el centralismo estatista,
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