Del ideario maquiavelista
Mauricio Aira
Cuando descubre Alvaro García Linera su admiración por Maquiavelo como fundador del estado moderno, terminamos de entender algunas de sus actuaciones en la vida política porque tratando de copiar al florentino también conocido como “el doctor del crimen” o el autor del “manual del gansterismo” se ubica ni más ni menos que Nicolás lo hiciera en el Siglo XVI al lado de “su príncipe” que no es otro que Evo Morales y le actualiza “sus discursos” o los consejos del Arte de la Guerra que contienen el recetario maquiavélico, aún cuando una mayoría de los autores que se han ocupado del italiano estiman que contienen más de sátira que de elogio cuando se refiere al despotismo y tiranía de los príncipes de la época.
Obsesionado por las ideas del centralismo despótico, que olvida al individuo y apela al recurso de la violencia Maquiavelo pretendió romper el absolutismo monárquico que hasta entonces era la ideología de Estado, inspirado en el origen divino del poder de los reyes que Nicolás conoció sus bien en su condición de funcionario y luego en la fundación de la República de Florencia, cuando fungió de Canciller y diplomático con misiones ante la Santa Sede, y los reinos circundantes. Estudió sus tácticas políticas como las de César Borgia que siendo militar, político y religioso llegó al papado con el nombre de Alejandro VI. Sin duda talentoso y observador se nutrió de ideas y argumentos para desempeñarse como obsecuente a la familia Medici que más tarde lo puso en la cárcel bajo la acusación de conspiración. Retirado a la privacidad escribió sus libros explayando principios para crear un Estado (Estado plurinacional?) y recomendando los medios para mantenerlo.
Su conocida obra El Príncipe se publicó cinco años después de su muerte y al margen de su contenido histórico, se considera un modelo de la prosa italiana. En sus 26 capítulos Maquiavelo propone las cualidades que debe poseer un jefe de Estado y el método para adquirir y conservar el poder. Sigamos observando las coincidencias con la reciente historia boliviana, sin dejar de mencionar que ya en el 2004 habíamos publicado varios artículos al encontrar similitudes con la conducta política de Evo Morales alejado de las normas éticas, justamente como recomienda Maquiavelo “el fin justifica los medios”, mostrando la fuerza política para destronar a la Iglesia que en efecto en el Siglo XVI poseyó además de la autoridad moral, ingentes medios materiales, atacó por ello a los grupos eclesiásticos que a menudo denominó “las jerarquías” (nueva coincidencia?) para referirse al Estado Pontificio que pervive bajo un status especial e indiscutible. No resulta extraño entonces que “para liberar a la ciencia política de su sumisión a la moral y la teología” la religión debe someterse al estado.
No abundaremos en el estudio interpretativo de la historia de Italia que contienen sus trabajos que conocemos como Discursos aún cuando en su texto se advierten críticas más que a la religión como tal, sino a la corrupción de la misma, reconociendo eso sí que la religión es uno de los fundamentos de la buena marcha de un Estado, si hasta llegar a citar al monje Savoranola que admiraba la pureza original de la religión cristiana, a los seguidores de “el ejemplo de la vida de Cristo” y a los religiosos que seguían tras “las huellas de San Francisco”, no les parece curioso que el propio Hugo Chávez en presencia de Evo y otros de “sus líderes bolivarianos” hubiese expresado los mismos pensamientos?
Maquiavelo pretende presentar los fundamentos de una república ya establecida con una religión al lado de las leyes buenas y de la milicia. Algunos de sus biógrafos dicen que el florentino no fue un hombre religioso, pero tampoco ateo y que se confesó antes de morir. Le interesa la religión como fenómeno sociológico que debe ser tenido en cuenta si se quiere perfeccionar el Estado, sino de una que podría implantar el Estado como parte de la identidad propia, como parte fundamental de ella. A esta altura surge la pregunta de si toda la parafernalia en torno a la Pachamama y los ritos ancestrales y el acto “de coronación” le han llamado entronización de Evo en Tiahuanacu, ¿no será parte de encontrar una religión propia, para reafirmar la identidad propia, antes de la adquirida en los 500 años de colonización? Se acomoda al principio maquiavélico de ver la religión como fundamental para mantener el orden social, que cumpla una función educativa, si hasta el mismo Félix Patzi el más furibundo “mata curas” del pasado apareció con un nuevo pensamiento en su postulación a la gobernación de La Paz. “Debemos tomar en cuenta la simbiosis de las antiguas creencias con la fe cristiana de nuestro pueblo” refiriéndose a la imposibilidad de anular festividades de la Virgen de Copacabana , del Socavón, Cotoca o de Urkupiña . continuando con el hilo de los principios de Maquiavelo las leyes deben fundarse en la religión, las convicciones fuerte aseguran el cumplimiento de las leyes, el juramento a sus dioses, claro está que el diplomático florentino no inventó, no importó sino que pulió desarrolló y cuidó aquella que constituía el toque de identidad del pueblo italiano la fe católica, apostólica y romana.
Si el vicepresidente García Linera trajo a colación a Maquiavelo autor del principio “dividir para reinar” entre otros ha sido por su preocupación por el ejército en el momento de recibir varios cientos de páginas con las reformas que con el auxilio de “leyes cortas” pretende Morales incorporar entre las normativas de las FFAA. Atento observador del fenómeno social político y militar el florentino cuestionó el uso de mercenarios, en lugar de soldados regulares para asegurar la buena marcha del Estado. Partidario de un gobierno despótico dispuesto siempre a utilizar cualquier medio para hacerse del poder y ejercitarlo sin ningún escrúpulo ni participación popular. Recordemos el anuncio reciente por parte del Diputado Silva, ya no necesitamos del instrumento de Participación Popular, las autonomías serán más que suficientes.
Tentado el cronista de continuar con el apasionante estudio de uno de los personajes más controvertidos del pensamiento político moderno, no dejamos la pluma sin citar su predilección por el uso de la religión uno de los fundamentos de la grandeza de la república romana. La defensa de la libertad contra el despotismo pues “cuando falta el temor a Dios, el estado perece o vive solamente por el temor a un príncipe, temor que suple la falta de religión”. García Linera citó el pensamiento maquiavelista con ésta frase “un gobernante tiene que hacerse amar por sus conciudadanos y tiene que hacerse temer por los que incumplen la legalidad” De la obra de Nicolás Maquiavelo se concluye más bien que la alternativa es o temor a un príncipe y en consecuencia, despotismo, o temor a Dios y, por lo tanto, observancia de las leyes de la república que se fundamentan en la religión. (Rumbeen Dri)
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