Los masistas de base antiguos observan con tristeza la situación en que se encuentra el país y el comportamiento tanto de los “neomasistas” como de los “evistas”, ahora autoridades gubernamentales. Día a día los masistas de la primera hora y de todos los combates no pueden dejar de reflexionar con preocupación sobre los resultados de su lucha, si su sacrificio está justificado. Durante años lucharon por que haya más democracia y respeto a los derechos humanos, por que no haya corrupción, por que no haya desempleo, por que no haya pobreza, para unir al país, para que sea desarrollado y soberano. Lamentablemente, al cabo de los años parece que nada se cumple. El “vivir bien” prometido se convierte cada vez más en “vivir peor”, y el país se encuentra cada vez más dependiente del exterior.
Los masistas se preguntan ¿qué pasó? Intuyen que los personajes diletantes y de pasado gris que manejan de frente o por detrás los ministerios y las instituciones tienen mucho que ver con tanta ineficiencia y mediocridad. ¿Cómo es que esos oscuros personajes llegaron a ser autoridades del “Gobierno del MAS”?
Desde un principio, desde enero de 2006 en realidad, los masistas intuían que las cosas no comenzaban bien, que algo fallaba. Observaron con sorpresa, primeramente, que varios ministros, asesores palaciegos, viceministros, directores y otras autoridades no eran masistas ni eran conocidos como amigos del MAS. Algunos eran más bien conocidos por su mediocridad y por haber sido pícaros ministros de los partidos de derecha. Otros resultaron ser simplemente burócratas mediocres de ONG, sin mérito ni en las luchas populares ni en las trayectorias profesionales e intelectuales. Algunos, finalmente, resultaron ser “cadáveres resucitados”, muertos vivientes, salidos directamente de los cementerios de los socialismos fracasados y enterrados. Estos personajes se autodenominaron luego “neomasistas” y “soldados de la revolución”.
Los masistas antiguos se enteraron también de que varias de esas autoridades y muchos funcionarios medios y bajos, que antes estaban en las trincheras contrarias, eran en realidad parientes, cuñados, sobrinos, familiares de los yernos y compadres de los ministros, senadores, diputados y asesores mencionados. El Gobierno informó, sin embargo, que ya no existía el “nepotismo tradicional”, pero ahora se sabe que se practica el “nepotismo cruzado”, es decir que los “jefes neomasistas”, al considerarse “mal visto” que den cargos a sus parientes en su propia institución, intercambian puestos con otros “jefes neomasistas”. Ahora los “neomasistas” son de alguna manera parientes entre sí, el Gobierno está conformado ahora por una “familia revolucionaria”.
Cuando un nuevo neomasista “soldado de la revolución” es designado en un nuevo cargo, lo primero que hace es pedir la lista de los masistas que trabajan ahí, para proceder de inmediato a despedirlos y reemplazarlos por “personal de confianza”, es decir, por gente de los partidos tradicionales. Los masistas no son confiables por los neomasistas. Cientos de masistas auténticos, obviamente de cargos bajos, han sido despedidos de esta manera fascistoide. Lo increíble es que cuando reclaman por esta injusticia son inmediatamente amenazados con ser llevados ante “la justicia”.
¿Cuál fue el resultado del trabajo de estas familias revolucionarias? ¿Cuáles fueron los resultados logrados en cuanto al “vivir bien” para el pueblo? A través de las cifras engañosas, se sabe que la situación económica y social del país y de todos los sectores productivos es deprimente. Todo va de mal en peor. Hasta YPFB anda en crisis. La producción de esta empresa cayó en 13,5 por ciento el año pasado. Ahora ya no se habla más de que Bolivia iba a ser el “centro energético del continente”, como era la esperanza de todo un pueblo hace cinco años. Las empresas chicas y medianas cierran sus puertas por miles y aumentan el desempleo y el subempleo. Este desempleo urbano también afecta al campesino indígena ya que caen los precios de sus productos y caen sus ingresos.
Ante esta calamidad y mediocridad, cuando los masistas profesionales postulan a un cargo vacante con la sana intención de dar una mano al “proceso de cambio”, son rechazados groseramente con el argumento de que estarían “sobrecapacitados”.
Con el correr de los años y de los privilegios, los “neomasistas” ya no se sienten cómodos cuando se los relaciona con el MAS, sigla que ya les resulta fea. A estas alturas ya les resulta, en efecto, algo “plebeyo”, de poco prestigio, ser relacionados con el MAS. Desde hace algún tiempo y crecientemente se ufanan en dar a conocer que ellos no serían en realidad “neomasistas” sino “evistas”. El “evismo” sería, en este sentido, la nueva línea a seguir, la nueva ruta del éxito. Ahora la línea del éxito para las familias revolucionarias debe conducir al “socialismo comunitario” y el desarrollo económico y social sería poco frente al “socialismo comunitario”. Pese al rotundo fracaso del sistema socialista en el mundo, en Cuba en particular, el que no sigue esta línea es inmediatamente tildado de “contrario a la revolución y al pueblo”.
¿Qué nuevas calamidades traerán el “evismo” y el “socialismo comunitario”?
Bernardo Corro es doctor en economía.
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