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jueves, 18 de diciembre de 2008

además de toda la destrucción que ha provocado evo en cochabamba está la intervención a zofraco, contra toda lógica y bajo un montaje de legalidad.

Nada es más peligroso que una nave a la deriva, no sólo para los que están en ella, sino para los que pueden resultar sus víctimas al estrellarse. Por eso lo que le ocurre a Bolivia no sólo nos preocupa si no les preocupa. Cochabamba es un caso especial, quizás la mejor demostración de las incongruencias, desatinos y disparates hechos política.
Recuerdo que una de las primeras actitudes que tuvo el ex Prefecto Reyes Villa fue el de solicitarle al Presidente Morales se establecieran las atribuciones concretas a los Prefectos elegidos por el voto para poder actuar en el marco de un esquema que les facilite la ejecución presupuestaria. Esta demanda tenía razón de ser por los recursos que la ley otorgaba a las Prefecturas y la poca ejecución de proyectos y obras debido a una enorme, pesada e intrincada burocracia que opera y sostiene el Ministerio de Hacienda.
La respuesta fue ¡váyase al diablo! En Cochabamba las obras las dirijo yo, las ejecuto yo y las entrego yo. Evo Morales desde el año 2006 asumió la responsabilidad de tener bajo su absoluto control el desarrollo del departamento de Cochabamba. En este propósito, freno, anuló, revirtió y desangró financieramente a la Prefectura dirigida por Manfred Reyes Villa.
En un arranque de respuesta político–emocional Reyes Villa convocó a la ciudadanía para revertir la posición del No a las autonomías que ganó en Cochabamba. El gobierno lo trató de traidor, de subvertir la democracia, de desconocer el voto del pueblo y de poco menos que haber cometido un crimen. Porque una Cochabamba autonómica era para el MAS un cataclismo político que ponía a su base cocalera en peligro.
Total este desafío que hizo el ex Prefecto le valió como respuesta una movilización cocalera para operar su destitución con palos y machetes. En enero de 2007 el Gobierno promovió un enfrentamiento que terminó con muertos y quema de la Prefectura. Luego de esos hechos, nada que podía hacerse en Cochabamba lograba pasar la valla de los Ministerios de Hacienda y de la Presidencia. Se determinó postergar el desarrollo cochabambino y echarle la culpa de ello al Prefecto Reyes Villa.
Hasta que se produjo el Referéndum que hizo efecto en la revocación de mandato del Prefecto. Con este resultado todas las instituciones cochabambinas pasaron a manos de Evo Morales. Es decir, desde hace tres años que Cochabamba vive una postergación planificada, un asedio político cocalero intolerable y un control político cómo nunca se tuvo en la vida institucional de la llajta.
¡Al fin lo logramos! Fue el grito de guerra masista expresado en la Plaza septembrina. ¡Y ahora qué! es la pregunta que se hacen los cochabambinos. Porque a pesar de tener todo bajo control, no hay obras de importancia, no hay proyectos en ejecución, no hay idea de para qué están en la Prefectura y nadie dice nada. El silencio de las instituciones como el Comité Cívico, la Federación de Empresarios, el Comercio, los propios medios de comunicación ante esta realidad es para decir lo menos: penoso.
No hay pretexto masista que explique la ausencia de desarrollo y de progreso que se merece Cochabamba. Y nada parece justificar todo lo obrado como no sea el afán político de desangrar y degenerar todo lo que ocupan. Casi como una maldición. De la misma forma que la coca degenera la tierra el MAS deprava y pervierte todo lo que toca.(Artítulo de Dante Pino: Al fin lo logramos!)

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