La violencia aflora en los gestos del presidente
El presidente Evo Morales tiene sobradas razones para estar nervioso. El tener una prensa que cotidianamente informe sobre sus trapisondas y las de sus colaboradores ciertamente lo saca de quicio.
Es que para una persona que quiere gobernar en forma absolutamente discrecional no debe haber nada más incómodo que una prensa independiente, que no se sujete a los mandatos del poder y Evo Morales, como es de esas personas actúa en consecuencia.
Su gobierno, es claro, tiene muchas cosas que esconder y el caso de los 33 camiones que transportaban contrabando es solo la punta del iceberg, un pequeño atisbo de toda una red de corrupción montada pacientemente a lo largo de tres años y que involucra a autoridades gubernamentales y dirigentes de “organizaciones sociales”. También es clara la intención de perpetuar este estado de cosas mediante la reelección indefinida de Evo Morales, siguiendo, como siempre, el modelo de su guía y mentor Hugo Chávez.
Hay otra cosa que tiene nervioso, al borde del colapso, al presidente Morales. El gobierno ha encargado encuestas y estas le han mostrado lo que no quiere ver. Que la aprobación de la constitución masista no está garantizada a pesar de la enorme maquinaria propagandística que se ha montado. Naturalmente estas encuestas jamás serán de conocimiento público y se prefiere mostrar otras con gran cantidad de indecisos, los cuales podrían decidirse a favor del oficialismo mediante los efectivos mecanismos del fraude y la presión sindical, sobre todo en áreas rurales.
La prensa, al mostrar las cosas como son y no como las quiere mostrar el gobierno, comete, sin duda, un pecado de lesa humanidad y lo peor es que no muestra la intención de transigir en esta su aviesa actitud.
Es por eso que Evo, luego de alarde de exactitud, concluyó que solo el diez por ciento de los periodistas es digno porque el porcentaje restante responde a sus patrones. Es evidente que la mayoría de los periodistas son humildes asalariados, lo que seguramente para él resulta un baldón, actitud comprensible en una persona que se acostumbró a vivir y “vivir bien”, muy bien a costa de los aportes de los cocaleros, de las ONG´s que lo encumbraron y de otros recursos de ignota y dudosa procedencia que aún en su época de dirigente le daban para adquirir lujosos vehículos y hacer viajes por el mundo.
Ahora bien, es conocido por todos que es lo que Evo entiende por “dignidad”. Para él, dignidad es sinónimo de sumisión y este criterio lo aplica muy bien en sus relaciones con su patrón, Hugo Chávez, quien compensa a él y a sus allegados, con jugosos estipendios que llegan al país bajo el rótulo de “ayuda venezolana desinteresada” para el programa Bolivia cambia, Evo cumple.
Por eso quisiera que todos tengan la misma actitud sumisa de los trabajadores de los medios de comunicación oficiales, quienes deben vivir con el Jesús en la boca, rogando que las “informaciones” que difunden sean del agrado de las autoridades y dirigentes masistas ya que lo contrario implicaría que sean puestos de patitas en la calle.
Además se debe recordar que lo que de manera pintoresca Evo ha clasificado como comunicación “boca a boca” (sería interesante que en alguna oportunidad aclare este novísimo concepto comunicacional) no es nada más que la generosa distribución de recursos a los dirigentes de las “organizaciones sociales” para que organicen concentraciones para que pueda lanzar los improperios a los que nos tiene acostumbrados y, es más, reciba, aplausos.
El comportamiento del presidente tiene azorados y desconcertados a muchos dentro y fuera del país. Hasta los psicólogos y sociologos se aventuran en el propósito de querer develar la causa del “cambio”. Los mas incautos creen que son sus malos colaboradores y el poder lo que ha cambiado al “humilde” Evo.
Ni lo uno ni lo otro. No es que antes Evo era humilde y ahora es soberbio, que antes era demócrata y ahora es autoritario, la esencia humana es la misma, no en vano se mantuvo con mano férrea al frente de la dirigencia cocalera por casi dos décadas y estuvo a punto de hacer sucumbir a varios gobiernos con bloqueos que duraban meses en medio de asesinatos con cazabobos y palizas a los policias y militares -hoy sus mejores aliados- en el chapare cochabambino. La diferencia es que ahora tiene poder y lo usa de acuerdo a sus valores e intereses.
Zoe
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