El turno de la justicia
A todos les llega su turno, parece ser la filosofía que guía las actuaciones del gobierno, predispuesto como está a seguir buscando chivos expiatorios y a sentar a todos en el banquillo de los acusados para satisfacer su plan de desprestigiar y destruir las instituciones, acabando de esta manera con un ciclo democrático que con sus luces y sombras ha generado en el país un sistema de pesos y contrapesos.
El intento del gobierno por acaparar todos los poderes es serio y ya es tan evidente que no se cuida de mostrar las cartas que está jugando en tal sentido. Deducimos que la proximidad de acceder al proyecto constitucional anima ahora al Ejecutivo a presentar en forma más abierta su proyecto de destrucción de las instituciones rectoras del país, ocupándose en el presente de aquellas que todavía no ha logrado tener bajo su control y comando ideológico.
Sabemos que tanto el poder judicial como los medios de prensa no han cedido fácilmente a la política totalitaria que plantea el presidente Morales y este es el motivo de la actual animadversión del Ejecutivo que busca todo tipo de argumentos a fin de encontrar una excusa que le permita romper el espíritu de independencia que anima a estos poderes.
Como es usual, el próximo 7 de enero se inaugurará el nuevo año judicial, ocasión que no está desaprovechando el Presidente para mostrar su rechazo y animadversión a este poder del estado, planteando que no asistirá al citado acto porque el Poder Judicial no acompañó los cambios del gobierno y porque los ministros y el presidente no sienten que puedan compartir testera con ministros del poder judicial que según la versión del gobierno se encuentran "cuestionados" por el hecho de que habrían sido nombrados como resultado de un "cuoteo político".
¿Acaso el presidente ha perdido la memoria y ya no recuerda que hacen escasos días que uno de sus ministros ha sido acusado de un acto de corrupción y tráfico de influencias? Situación que además pone al presidente Evo Morales ante el duro reto de darle de una vez por todas una respuesta al pueblo que mira asombrado que las autoridades de su gobierno que son cuestionadas y denunciadas quedan libres sin que se concluya ningún proceso. Ese es una y otra vez el resultado de los procesos truncos que dejan libres de las acusaciones que son desoídas y burladas, castigándose en todos los casos al acusador y nunca al acusado si este es funcionario del oficialismo.
En el colmo de la audacia el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Sacha Llorenti, acusó al Poder Judicial de no haber acompañado al Gobierno en su lucha contra la corrupción. Y en este punto la cordura nos exige que les preguntemos a los miembros del Ejecutivo qué entienden ellos por corrupción, a fin de que podamos por lo menos saber porque sólo existe delito de corrupción en las filas de la oposición, mientras los mismos actos se desnaturalizan cuando los cometen funcionarios del gobierno. Se desnaturalizan tanto las acusaciones cuando estas aluden a miembros del partido de gobierno que todo lo que a ellos se les endilga termina siendo fruto de una campaña de desprestigio, se convierte en supuestas acciones discriminatorias y de racismo.
Todo nos deja entrever que el gobierno comienza a perder el límite que se había autoimpuesto en la administración de las acciones de rompimiento con la institucionalidad y son tan inconsistentes sus excusas que estas ya no convencen ni justifican en consecuencia sus acciones.
Todo indica que nos estamos acercando a ese momento que Montesquieu definió en una frase: "Lo único que necesita el despotismo es el miedo. La virtud no le hace ninguna falta y el honor sería peligroso."
Pero si el gobierno ha perdido el Norte, los poderes del Estado deben guardar la cordura y seguir planteándose como generadores del contrapeso democrático para el que fueron creados. Mahatma Gandhi resume en un solo concepto lo que resulta de la injusticia y el manoseo del poder: "En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle".
No hay que subestimar al pueblo porque este puede ser temeroso pero nunca llega al extremo de la estupidez de creerse todos los cuentos. (oportuna y valiosa reflexión de centa reck)
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