Con el objeto de resaltar la actitud de nuestros gobernantes que han hecho del odio su instrumento más eficaz de batalla, en varias oportunidades hemos acudido a la cita que Mario Puzo señala en su obra “El Padrino”: “No odies a tu enemigo por que pierdes la objetividad de tus actos”.
Fue bajo esa tónica que, con el fin de aniquilar a Leopoldo Fernández, se provocó los luctuosos acontecimientos de Pando, cuyo descargo demandó la conformación de una comisión “imparcial” que investigue dichos sucesos. Qué mejor si ésta era creada en el seno de UNASUR, una organización que todavía no pasa de ser un simple tratado, pero que garantiza las posibilidades de manipulación.
Sin los medios ni la capacidad necesaria para cumplir dicho cometido, se atinó a conformar la plantilla burocrática que justifique la existencia de dicha comisión. Se dispuso el nombramiento de un presidente; dignidad que recayó, muy atinadamente, en la persona del ex guerrillero del ejército revolucionario del pueblo (Argentina), señor Rodolfo Matarollo, en honor a su apellido y por sus vastos conocimientos en rapto y homicidio demostrados en 1970, con el asesinato del teniente general Pedro Eugenio Aramburu; en 1975, el secuestro y asesinato del Coronel Larrabure, tras 372 días de cautiverio; en 1976, la explosión de la Superintendencia de Seguridad Federal Argentina, con un saldo de 22 muertos y 66 heridos; el atentado terrorista contra la Secretaría de Planeamiento, dejando un saldo de 15 muertos y 16 heridos y finalmente, en 1989, en pleno gobierno democrático de Raúl Alfonsín, el audaz ataque al cuartel del regimiento de La Tablada que causó decenas de muertos y heridos.
Luego de un escueto trabajo de apenas 15 días, donde Matarollo se explayó al entrevistarse con los refugiados en el Brasil afirmando: “a mí no me interesa quién financió, a mí no me interesa quién les llevó o quién repartió armas...” “yo he venido para que ustedes me digan quiénes mataron a los asesinos” (sic). El y los 11 delegados de los países que integran el bloque regional entregaron a la presidenta chilena Bachelet las conclusiones y recomendaciones de esa investigación.
El gobierno chileno, con el amor entrañable que profesa por el pueblo boliviano, con una honradez a toda prueba señaló: "El informe constituye una importante contribución de UNASUR al derecho, a la justicia y a la superación de la impunidad en la región".Asimismo, tras destacar el trabajo "imparcial" y "acucioso" de la comisión, el ex canciller chileno Juan Gabriel Valdés adelantó que: “los presidentes sudamericanos revisarán las recomendaciones y tomarán las decisiones que correspondan".
Lo reprochable y desleal de esta historia es que nadie previno al Sr. Matarollo sobre la idiosincrasia de los bolivianos que solemos ser muy acuciosos a tiempo de investigar este tipo de crímenes, especialmente cuando de una mamada se trata.
Maestros como somos en el arte de la política y el camuflaje, hay veces que fungimos hasta de muertos para conseguir ciertos objetivos. Es el caso de estas épocas electorales cuando se vacían los cementerios para rellenar el padrón electoral y, en el caso del informe de marras, era preferible estar muerto o desaparecido, que preso en Viacha o arrollado por 33 camiones fantasmas. De ahí que los muertos de Matarollo gozan de buena salud.
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