¿De qué sirve la ley si no hay Estado que use su fuerza coercitiva para hacerla prevalecer? Pero más importante aún que esto, ¿de qué sirve la ley si la sociedad se niega a respetarla y obedecerla? ¿Qué clase de sociedad se tiene cuando la ley es sólo un papel mojado?
Es tan importante contestar estas preguntas que sin ellas es difícil entender lo que está ocurriendo ahora. La relativización de la Justicia. Una para los ciudadanos de segunda clase: los bolivianos, así denominados en la nueva constitución y otra para los ciudadanos de primera, reconocidos como indígenas originarios campesinos. Justicia ordinaria para los primeros y comunitaria para los segundos. El resultado es que nadie tiene ahora seguridad sobre sus derechos, pues para hacerlos respetar depende de qué clase de ciudadano es usted en la constitución.
Y resulta esto tan tragicómico que el propio hermano Presidente nos sale con que el avasallamiento a la propiedad privada, es una cuestión entre la “comunidad” y el avasallado: “que resuelvan sus problemas” Y con tal señal de conformidad los comunarios, presentados en sociedad, como algo envuelto en el misterio de los ancestros que los contienen, ejercitan “su derecho” y primero sacan a patadas y chicotazos a sus propietarios y luego proceden a debatir que acciones van a tomar en consideración a “sus costumbres” y la ley Mundo del revés. Es tan curiosa esa Justicia Comunitaria que no solo carece de un marco legal previamente establecido, sino que sirve (al propio Presidente) para en su nombre primero sancionar y luego procesar. Cosa de los Jilakatas, Mallcus y otras lindezas envueltas en chicotes, y aplicando como “ley” los caprichos políticos del Evo, el supremo entre todos.
Y tenemos que chuparnos el dedo, mientras juegan con los dos brazos de la Justicia. Unos que dicen estar acordes a lo que la constitución ahora manda, otros que se tiene que respetar la ley, me pregunto: ¿cuál? Y lo curioso es que los comunarios del chicote, después de aplicar su justicia, deciden acudir a la otra, la de los k´aras, que manda un proceso para expropiar. Y con la misma jeta que tuvieron para pegar mujeres, hablan de iniciar el proceso de expropiación. Por fin, ¿aplican su justicia comunitaria o no?
Como podemos ver los indígenas originarios campesinos, no tienen nada de originales, ni son de la cultura del dialogo, como repite el hermano Presidente, ni son de la cultura de la vida, y a este paso no sabemos si tienen alguna clase de cultura. Pero que la incultura los avasalla a chicotazos estoy seguro. No saben hacer respetar eso que llaman su justicia y que la aplican previo alcohol que los idiotiza, pero saben mentir, saben robar y son flojos. (de Dante Pino en Hoy Bolivia)
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