El Nuevo Día / Derechos humanos
El Gobierno descalifica el mensaje, tratando de restarle credibilidad al mensajero. Esa es una táctica recurrente y obviamente la aplica en relación al reciente informe sobre los derechos humanos del Departamento de Estado de Estados Unidos, en el que se denuncian hechos que están ocurriendo en Bolivia todos los días y que se han denunciado hasta el hartazgo por todos los medios.
La situación descrita por la administración estadounidense es muy grave y coincide en líneas generales con la advertencia que ha hecho la semana pasada la oficina de derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entidad que se ha referido a un “panorama preocupante”, por la falta de designaciones en el Poder Judicial, por los ataques a la prensa y a la libertad de expresión y por las muertes ocurridas el 11 de septiembre del año pasado en Pando.
La responsable de la ONU en materia de derechos humanos ha anunciado que en poco tiempo será publicado un informe oficial sobre la situación en Bolivia. Con ese adelanto y con la línea marcada por Washington, nadie puede dudar que el país acaba de ingresar en una lista nada honorable de naciones donde la política se impone a la fuerza, al margen de la ley, en medio de abusos y restricciones a las libertades individuales.
Parece una ironía que Estados Unidos diga en la introducción de su informe que el gobierno de Evo Morales “en general respeta los derechos humanos” y a continuación describa un estado de cosas propio de un régimen como el de Cuba, China o Zimbabwe. “Abusos de las fuerzas de seguridad, duras condiciones carcelarias, arrestos y detenciones arbitrarias, ataques contra el Poder Judicial, amenazas a las libertades civiles incluyendo los derechos legales y la libertad de prensa, abusos en conflictos internos, corrupción y falta de transparencia en el Gobierno”, son algunos de los puntos señalados en el informe que ha sido tildado de “grosero” por las autoridades del MAS.
Las autoridades nacionales pueden decir muchas cosas en relación al informe y cuestionar también la autoridad de los estadounidenses para aplicar una suerte de termómetro mundial de los derechos humanos, pero no hay duda que el Departamento de Estado norteamericano es capaz de poner cualquier tema en una palestra que seguramente desencadena repercusiones e influencia en todos los ámbitos. Lo que diga la ONU, dentro de unos días o semanas, será la prueba de lo que se está diciendo aquí, además claro, de que ambos actores mundiales no están inventando nada.
El Gobierno de Evo Morales puede vociferar, mandar ambos informes al tacho de la basura y seguir con su conducta, esperando que no pase nada. El mundo es muy complejo y la globalización es un hecho demasiado real como para asumir una postura tan ingenua. Hace unos días se confirmó que Bolivia ha sido retirada de la lista de los países elegibles para la denominada “Cuenta del Milenio”, lo que significa despedirse de un financiamiento de 600 millones de dólares para la lucha contra la pobreza. Habría que echarle una ojeada a las razones que motivaron esa suspensión.
Bolivia ha ingresado en una lista poco honorable de países que no respetan los derechos humanos. Eso puede traer consecuencias.
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