Marxista, leninista y comunista
“Quiero decir a los miembros de la OEA que están aquí que quiero declararme marxista, comunista, leninista y ahora que me expulsen, ahora quiero que me expulsen de la OEA. ¿Quién puede creer que por ser marxista leninista lo expulsen de la OEA? Es increíble”. Esta es la declaración que hizo el Presidente Evo Morales, que los bolivianos la conocimos por medio de la prensa venezolana, con muy poca cobertura nacional, y que “sorprendió” a la comunidad internacional al realizar esa confesión en una reunión del grupo de países que conforman la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), “al recordar las razones por las cuales Cuba dejó de pertenecer al organismo hemisférico (OEA) en 1962”, evento llevado a cabo de manera previa a otro de mayor relevancia como fue la V Cumbre de las Américas, realizada en Trinidad y Tobago, los días 18 y 19 de abril del año en curso.
Triunfada la revolución cubana acaudillada, por Fidel Castro y su principal lugarteniente Che Guevara, proliferaron los tribunales populares que sentenciaron a muerte a mucha gente, fusilamientos que publicaba periódicamente la revista “Bohemia” de esos tiempos. Los primeros años de esta revolución fueron muy sangrientos, de total desconocimiento de los derechos humanos. Castro que llegó al poder con un discurso democrático progresista, que le granjeó la simpatía del pueblo cubano frente a la dictadura corrupta de Baptista, pronto se declaró “marxista y comunista” con todas las connotaciones que ello conlleva. Estas son las razones por la que la OEA, en 1962, expulsa a Cuba.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, la nueva Constitución Política de la naciente República Federal de Alemania declaró la ilegalidad del Partido Nacional Socialista y del Partido Comunista Alemán, prohibiendo su existencia, porque se trataban de organizaciones que sustentaban ideologías antidemocráticas y subversivas, por tanto, organizaciones peligrosas para el desarrollo de la vida democrática de los pueblos.
La caída del muro de Berlín, en 1989, y la desaparición de la URSS después, terminaron por sepultar al “marxismo, leninismo y comunismo” tanto ideológica como políticamente, porque sus planteamientos, en el área económica, demostraron estar completamente alejados de la realidad del mundo moderno. Hoy, se puede confirmar que es una ideología fracasada y que pertenece al pasado.
¿Por qué este total rechazo del mundo occidental democrático al nacional socialismo y al comunismo? Para dar una respuesta a esta importante interrogante es necesario retrotraerse a los principales planteamientos ideológicos del marxismo.
En primer lugar esta su desacreditada “ley” de la explotación del trabajo en una economía de mercado, no de cualquier trabajador sino sólo del trabajador manual, del “obrero”. Este es el fundamental planteamiento marxista porque de aquí viene todo lo demás. Marx, equivocadamente, -como también en su tiempo estuvo Quesnay quién decía que la riqueza solo provenía de la agricultura- proclamaba que la riqueza creada en el capitalismo era generada sólo por los obreros, ya que todos los demás participantes en las actividades económicas no lo eran, sino sólo “transferidores de valor, pero no creadores de valor”.
Hoy día ningún economista, que se precie de serio y riguroso, aceptaría esta falsa hipótesis marxista. Pero esta conjetura equivocada se generalizó más tarde como que todos los trabajadores son explotados por el capital; que los ricos existen porque se apropian lo que producen los pobres; que las naciones son ricas porque explotan a los países pobres. Estas presunciones que no sólo son falsas, sino dañinas, se anidaron mucho tiempo en los cerebros de gente muy inteligente y bien intencionada y, hoy, sus restos yacen en el vulgo de toda sociedad.
La citada “ley” marxista permite entender todo el andamiaje comunista porque de ahí se concluye que la riqueza creada por el obrero no le es reconocida ni pagada por el capitalista sino que es apropiada por él. De esta manera, surge la riqueza que acumula el capitalista convertida en propiedad privada.
Por esta razón, la historia del capitalismo sería una continua lucha social y política por la apropiación de la “plusvalía” entre los obreros, por una parte, y los capitalistas, por otro, dando lugar a la inevitable lucha de clases entre proletarios y capitalistas, lucha que concluiría con la revolución socialista, con el gobierno dirigido por la clase obrera, con la “dictadura del proletariado”, quién pasa a expropiar la propiedad de los capitalistas, con lo cual se elimina la propiedad privada de todo medio de producción -y también del comercio privado- para ser reemplazada por la propiedad estatal.
Del planteamiento anterior también se deduce el rechazo visceral que el marxismo tiene ante la fundamental ley económica que dice que los humanos ante todo buscan sus propios intereses y de acuerdo a sus propios valores, lo que en la actividad económica se traduce que cualquier persona busca lograr los mayores ingresos por la actividad que realiza, lo que alguna gente despectivamente llama “el lucro”, siendo la competencia el medio para impedir la concentración de este lucro
La segunda idea equivocada de Marx dice que la economía de mercado es un “caos y anarquía”, que la competencia es causa de los ciclos económicos y de sus crisis. No se percata que es la forma como los individuos libre y voluntariamente participan en los mercados, dando lugar al intercambio generalizado, relación social por excelencia. Es el medio por el cual la libertad de los hombres se traduce en creatividad e iniciativas expresadas en las actividades económicas para lo que mejor estén dotados; es el medio, por el que se introducen cosas y servicios nuevos y que, en definitiva, favorece el bienestar de las mayorías. La economía de mercado es la forma como los países avanzan.
Como alternativa a la economía de mercado, Marx planteó la planificación y control de toda la actividad económica por parte del Estado, quién mantiene en sus manos todos los factores productivos, incluso el trabajo, razón por lo cual todos obligatoriamente pasan a ser empleados del Estado.
La tercera idea equivocada es su pretensión de haber “descubierto las leyes de la historia”, los diferentes “modos de producción” por los que inevitablemente todas las sociedades cronológicamente transcurrirían, siendo, los siguientes: la comunidad primitiva, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y, finalmente, el socialismo que se transforma en comunismo, con lo que llega al “fin de historia”. La sociedad perfecta, ¡el paraíso en la tierra!
La puesta en práctica de los planteamientos marxistas lleva al enfrentamiento sangriento, porque los afectados oponen resistencia y los gobiernos marxistas utilizan la fuerza para sojuzgar Toda revolución triunfante elimina la libertad de opinión, de reunión y de asociación. Todos los países que siguieron la ideología marxista fracasaron en asegurar un mayor bienestar a sus pueblos que lo visto en las sociedades capitalistas.
Mientras, hoy, Cuba trata de desandar el nefasto camino recorrido con el propósito de disminuir su pobreza generalizada, con reformas: primero, que dan seguridad jurídica a empresas transnacionales del petróleo para que operen en ese país; segundo, que buscan disminuir la omnímoda presencia estatal en la economía; tercero, que permiten a pequeñas empresas estatales operar como si fuesen privadas vendiendo sus productos a precios de mercado negro, y cuarto, que incrementa los precios de los productos agropecuarios que producen los privados para incentivarlos, Cuba está de vuelta y Bolivia está de ida. Mientras en Cuba surgen los movimientos campesinos que reclaman propiedad privada de la tierra, Evo Morales quiere la “propiedad comunitaria”.
Cuando Evo Morales se proclamaba ante el mundo: “marxista, leninista y comunista”, horas antes, en la madrugada del día 16 de abril en un hotel céntrico de la ciudad de Santa Cruz, un comando especializado de la policía nacional ejecutaba a tres personas que se encontraban en paños menores y mientras dormían, acusadas, por parte de su gobierno, de terroristas, sin cumplimiento alguno de normas, sin ningún procedimiento judicial y con total desconocimiento de los derechos humanos, haciendo, de esta manera, realidad esa frase del terrorista Robespierre que dice: “El Derecho es sólo el que la revolución necesita”.
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