Vistas de página en total

miércoles, 27 de mayo de 2009

la egolatría de Evo Morales está llegando a extremos. ser declarado "salvador de la patria", acuñarse monedas de oro con su efigie, pretenderlo todo


Lo perverso del culto a la persona

Mauricio Aira

Los sociólogos llaman al fenómeno también “culto a la personalidad” que es en dimensiones políticas la exagerada admiración a los líderes. En las autocracias es una forma de culto a la persona del autócrata o dictadorcillo. Conviene puntualizar de entrada que un cerebro organizado y normal no necesita ni del culto ni del aplauso para ejercitarse en el cumplimiento de sus deberes, el aplauso que se cambia a la adulonería, la lisonjería que engendra el egocentrismo, son más propios del mundo del espectáculo artístico o deportivo. Sabido es que el mérito de un espectáculo se debe a muchos, no siempre los que están en el escenario, por lo que algunos descubren la malicia, la perversidad de aplaudir sin reparar ofendiendo a la justicia social, aumentando la desigualdad que hiere el sentido de lo correcto, de la legalidad.

Llenar de laureles a los campeones ha sido tradición de pueblos cultos como Grecia y Roma, sin caer en la egolatría que instauró Julio César llenando de halagos al pueblo que le permitía ceñirse la corona de laurel, culto a la personalidad le rindieron millones de rusos al dictador José Stalin que conduciendo a la muerte a millones de seres, permitió que los vivientes le levantaran estatuas, que al morir el imperio fueron derribadas, como los que derribaron de Hitler al término de la guerra mundial, de Mao Tse Tung al surgir la revolución cultural, las de Pinochet, las de Rafael Trujillo o las de Francisco Franco cuando se les acabó la vida en Chile, Dominicana y España. Es el destino impajaritable de aquellos que creyéndose dueños de la verdad y seres superiores, se dejan vencer por la tentación de la egolatría como el narciso de la historia que enamorado de su propia imagen que veía reflejada en un espejo de agua quiso abrasarse a sí mismo y se ahogó. La historia está repleta de ejemplos de modo que la capacidad de maniobra y demagogia de individuos como Evo Morales “héroe encumbrado por sí mismo” rodeándose de adulones eincondicionales que le han llevado al convencimiento de ser único, incomparable, semidiós.

Los hitos del proceso que lleva decenios se han ido perfilando falsamente, “que la choza de Orinoca” tiene que ser un museo, que la corneta del bandido (por su pertenencia a una banda de músicos) tiene que ser de oro, que su ascensión al poder, debe recibir sahumerios y k´oas en la Puerta del Sol, que su efigie debe ser grabada en monedas de oro, suplantando a la auténtica heroína Juana Azurduy, considerándose “líder indiscutido de los cocaleros” puso dinero y la organización del estado para recibir sendos diplomas y vestimentas con que alimentar su “ego”, hasta ser declarado “libertador de los indígenas” siendo que no habla ni quéchua, ni aymara, ni castellano. Cuando los periodistas preguntan para estar seguros de haber captado su pensamiento responde “yo no sé, no fui a la Universidad, ni nadie me enseñó”.

Los “formadores” de Morales muy bien identificados con algunas ONG, y con el extremismo de la izquierda utópica que jamás administró el poder de una nación se han referido al culto a la personalidad como una perversidad de la derecha, propia de la sociedad capitalista, “tan potente como la codicia y tan corrosiva como la envidia”, sin pensar que la criatura de su hechura excedería a todos sus alcances, jamás pensaron que los males de los doctorcillos de Charcas o de las oligarquías se “amebarían” (de adherirse a las paredes intestinales) para no desprenderse jamás en el pseudo indigenismo originario.

Bastará repasar un manual de la egolatría para constatar que el auténtico talento no necesita del halago, el talento creador repudia el aplauso el primitivismo asociado al galardón tiene que ver con la lógica de estimular al talento, al genio y al ingenio, aunque en el fondo siempre habrán talentos ocultos o encubiertos al lado de los que simulan serlo o pagan para recibir lauros.

Lo inexplicable es que muchos humanos son sensibles al halago, a la adulación y quieren situarse por encima de los otros, hacen uso de todo el poder, de ingentes fortunas y sacrifican vidas humanas y honras ajenas con tal de ser “honrados y reconocidos por la plebe como sus salvadores”. Nada merece el culto a la persona, porque quién verdaderamente se merece está por encima de la vanidad y la soberbia. El culto a la personalidad es el ritual con que las sociedad débiles se auto blindan contra el abuso, el maltrato y rendidas por el miedo eligen como el mal mejor, rendir pleitesía al tirano que se ensoberbece más todavía. La inspiración y el esfuerzo no persiguen la codicia o el reconocimiento de los demás, la egolatría es la perversidad de una sociedad enferma de “muchas patologías crónicas” para las que no existe medicina ni cirugía que les ponga final.

No hay comentarios: