Evo Morales parece haber logrado su objetivo: incendió al país y sigue poniéndole combustible a la violencia que ha desatado. Con casi una veintena de muertos en Pando, se ha ensañado en seguir desembarcando tropas militares en Cobija las que alrededor de las 18 horas victimaron a un ciudadano que se oponía a que estas ingresen en su departamento.
Después de este nuevo tiroteo, el gobierno dictó Estado de Sitió en todo el departamento, suspendiendo el derecho a la protesta, a la libre expresión, a la circulación y la defensa.
La hipocresía del Gobierno es tal y las acciones del gobierno son tan poco creíbles y fiables que al tiempo que se planteaba el inicio de un diálogo con el prefecto Cossio de Tarija, quien asistió en representación de los cinco departamentos que integran el Conalde, militarizaban Pando, asesinaban a otro ciudadano y dictaban estado de excepción.
¿Diálogo en estas condiciones? Se preguntan los ciudadanos indignados viendo que en realidad el gobierno sólo intenta distraer sus demandas y ganar tiempo para afinar sus estrategias represoras sobre el Oriente de Bolivia.
Se auguran días negros a los departamentos Orientales, antes ya le dieron una muestra de violencia a Cochabamba, cuando en enero del 2007 militares y cocaleros martirizaron a un joven; también le dieron una muestra de violencia a Chuquisaca en noviembre de 2007 cuando el Ejercito, polícías y cocaleros bajo ordenes del Ejecutivo asesinaron a tres ciudadanos y dejaron cientos de heridos en el camino para aprobar su proyecto constitucional.
No conformes con todas estas tragedias ahora vienen por nosotros, trasladan tropas y milicias para invadir el Oriente, firmes en la determinación de quitarnos las libertades y el Estado de Derecho.
¿De que democracia hablamos? Si el gobierno avanza a punta de balas, muertes, violencia, cercos, militarización, represión, engaños, conflictos y maletinazos (talegazos) a los opositores.
Por una asonada de violencia acaecida sólo en la ciudad de La Paz y el Alto, Gonzalo Sánchez de Lozada fue echado del país, bien echado en la medida que no respondía a las expectativas, que no había cumplido con sus promesas y que seguía negociando al país sin resultados que permitiesen un mejor nivel de vida a las mayorías.
¿Pero ahora que es lo que está ocurriendo? Nos preguntamos, al observar que la violencia es continua, las violaciones de derechos humanos y de la constitución se han vuelto parte de la rutina, las libertades son cada vez más recortadas y el empleo de la fuerza y la violencia de Estado ha reemplazado a la ley y la constitución.
El pueblo ha reaccionado hastiado de tanta violencia y violaciones, y en consonancia la dirigencia debe mostrar la férrea determinación de no seguir permitiendo tantos atropellos. Los prefectos no pueden dialogar hasta que no se restablezca el Estado de Derecho y las libertades.
No se puede negociar bajo fuego, sin garantías constitucionales y en estado de exepción, lo que implica estar a merced de persecuciones, confinamientos, recorte de libertades y derechos.
Sin duda nos encontramos a merced de una tiranía violenta y ahora las tropas y la milicias enviadas por Morales vienen por nosotros.
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