Los enfrentamientos que ocurrieron en Pando, que acabaron con la vida de campesinos y autonomistas y con la declaración de un Estado de sitio, la militarización del departamento y el secuestro y confinamiento del prefecto Leopoldo Fernández, no son un hecho fortuito, sino que responden a un plan pre establecido por el gobierno en su avanzada hacia la toma del Oriente Boliviano y la desintegración del proyecto autonomista.
El plan que se ejecutó hace pocos días en Pando, fue concebido con mucho tiempo de antelación, simultáneamente a los problemas que se le planteaban al Ejecutivo. Surgió ante las dificultades con la que tropezó una Asamblea Constituyente que no alcanzó la elección de los dos tercios de miembros Masistas que Evo Morales se proponía lograr y cuando encima de esa "derrota", cuatro regiones lograron una votación favorable al proyecto de Autonomías departamentales.
En ese preciso momento, el gobierno dejó de lado el debate y la socialización de los temas de la Asamblea, cerró filas con sus constituyentes-ovejas, comenzó a pulsear a los opositores útiles y, sobre todo, trazó su siniestro plan para ejecutar una toma del Oriente boliviano, plan en el que se identificó a Pando, Beni y Tarija como los posibles escenarios de una confrontación que sería la primera batalla de la ejecución del plan siniestro de toma e invasión del Oriente.
Los asesores cubanos, venezolanos y otros que conforman el equipo de ideólogos de Evo, sabían que después de una constituyente fracasada, con un texto impuesto, aprobado con violencia y sangre, en el mejor de los casos tendrían la oportunidad de convalidar a Evo con un referéndum revocatorio, situación que se les facilitó con la sorpresiva colaboración de un bloque opositor que apelando a motivos prefabricados dio su golpe de gracia y preparó el terreno para meter a los prefectos en el round revocatorio en el que los perdedores han sido los departamentos autonomistas aunque hayan ganado sus prefectos.
El calendario político nos metió entonces en el referéndum por constitución, para el que necesitan previamente haber consolidado la primera parte del plan de toma del Oriente, el que ha sido diagramado a fin de conseguir una toma territorial de la Media Luna como avanzada del Mas.
El revocatorio tumbó a dos prefectos opositores que eran autonomistas, y la avanzada hacia el Oriente ha criminalizado al prefecto autonomista Leopoldo Fernandez.
Pando fue el departamento elegido para sufrir la primera embestida violenta de esta etapa, la cual había sido preparado por el gobierno que lanzó a su tiempo y a través de su aparato comunicacional una campaña en la que se asociaba a Pando con una zona libre de bandas de narcotraficantes, tal como asoció también al Chaco con la idea de servidumbre, con el objetivo de iniciar una toma de tierras que fracasó y los obligó a suspender temporalmente sus planes invasores.
El plan Pando contó con asesoramiento de expertos terroristas, que diagramaron y decidieron la suerte de campesinos identificados con brazaletes distintivos para que las bajas de autonomistas no sobrepasaran las bajas de campesinos, puesto que en los planes del MAS las muertes de los campesinos son la bandera para respaldar la militarización y justificar la ejecución de los actos de violencia del gobierno, tal como se hizo en muchos momentos de la lucha cocalera, y que a ínfima escala se practicó en Cochabamba cuando llevaron el cadaver del cocalero Tica Colque para balancear con un muerto de su parte el sanguinario crimen cometido sobre el joven Cristian Urresti.
El plan Pando estaba previsto y este departamento y su prefecto fueron elegidos como el primer blanco de la invasión del Oriente por razones que luego se irán develando y que como todas las historias macabras cuentan con ejecutores, cómplices y también con traidores.
El prefecto Fernández es una víctima y Pando un chivo expiatorio, al tiempo que las marchas de campesinos y bloqueos son el escenario distractivo y el pretexto para encausar todo hacia la justificación del diálogo como si fuera un tema irrecusable, el que frente a la violencia que se desató y los cercos a Santa Cruz que todavía subsisten se ha convertido incluso en una especie de tabla de salvación que ante el temor y el análisis superficial de la realidad que nos atañe va contando con la aceptación de propios y extraños, que comienzan a querer creer que el diálogo es nuestra salvación cuando es en realidad la capitulación del engaño y la entrega incondicional del Oriente que tuvimos y que soñamos.
No es positivo camuflar la derrota, no debemos rodearla de teorías para justificarla, sino contribuir más bien con un análisis real a fin de enrumbar hacia el futuro rectificando los errores.
Pando es hoy el símbolo de la invasión que se ha producido no sólo en cumplimiento de los planes de Morales, sino que también ha sido posible por la visión atomizada que tenemos de cada departamento, situación que el CONALDE no logró consolidar para establecer un solo frente de lucha.
No es posible que en Santa Cruz, Beni y Tarija todo siga su curso después de lo que le ha ocurrido a Pando, después que este terrible plan ha sido perpetrado contra nuestros hermanos pandinos.
No es posible que no se haya levantado unánimemente el CONALDE, que no se hayan hecho las manifestaciones necesarias para exigir su libertad y la restitución del Estado de Derecho a los pandinos que se encuentran perseguidos, confinados y padeciendo violación de sus derechos.
Duele darse cuenta que cuando se trata de sacar sospechas y difamaciones los aparatos comunicacionales funcionan de manera veloz, sin que suceda lo mismo para defender la vida y los derechos de las personas perseguidas por el régimen de Morales.
No podemos protestar sólo contra los que hacen una crítica interna, a los que los aparatos comunicacionales informales atacan de manera inmediata, sin que ocurra lo mismo cuando se trata de socorrer a los que van cayendo en esta contienda por haber dedicado sus esfuerzos a la causa autonomista de la libertad.
Debemos tener más principios, no maquillar la realidad sino verla en su crudeza aunque nos desagrade. Ha sido terrible, trágico, cruel ver a Leopoldo Fernández, hombre luchador, valuarte de nuestra causa, entrar injustamente al penal de San Pedro, criminalizado por defender al Oriente que ha sido perforado y comienza a ser invadido.
Qué injusta es la vida y qué poco consecuentes somos de dejar a Leopoldo sólo y abandonado en estas horas dolorosas.
¿Dónde está el CONALDE en la hora aciaga y del dolor de uno de sus miembros? ¿En diálogo? Sonriamos si esta es la respuesta, porque es sólo la manera elegante de encubrir nuestra cobardía y la manera perversa de convertirnos en traidores de nuestra sangre y socapadores de la violencia y la tiranía. La historia nos juzgará si no seguimos el camino de los principios.
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