Un escuadrón de cocaleros, con armas de fuego, llegó en los últimos días a Trinidad para enfrentar a quienes se oponen al presidente Evo Morales.
Otro comando cocalero dirige los bloqueos a la ciudad de Sucre.
Los cocaleros han ido adquiriendo en los últimos meses las características de un ejército que se moviliza por todo el territorio nacional para cumplir tareas de presión en lugares específicos.
Este ejército de cocaleros tiene como referentes a las FARC de Colombia y a Sendero Luminoso de la zona de VREA en Perú. Son ejércitos financiados por el narcotráfico en Colombia y Perú. O manejan directamente el negocio, con Alfonso Cano en Colombia y Víctor Quispe en Perú.
Los cocaleros bolivianos producen coca que, según las cifras oficiales, sólo en 1,8% se dirige al mercado tradicional, al consumo en hoja.
Como se sabe, para movilizar a un ejército es preciso contar con muchos recursos. Ése no debe ser un problema del ejército de cocaleros. Es probable que cuente con armas y recursos de países e intereses amigos.Por lo tanto, se podría decir que en Bolivia ha comenzado la guerra. Hay un ejército movilizado que se propone atacar a las regiones donde su jefe no es aceptado.
Es probable que este ejército irregular entre en coordinación con los grupos de acción terrorista a cargo del ejército nacional, como el que actuó el 21 de junio en Yacuiba y del que el gobierno y el ejército han decidido no hablar.
Este ejército de cocaleros actúa también en coordinación con la Policía. Los bloqueos a la ciudad de Sucre, comandados por cocaleros, no son levantados por la Policía nacional.
Por lo tanto, ahora en Bolivia hay un ejército movilizado para atacar a regiones específicas. Es probable que en esas regiones surjan también grupos armados para defenderlas. Un ejército que ataca y otro que se defiende. Esa es la historia de todas las guerras.
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