Mientras laboriosos bolivianos migran adonde sea para trabajar de lo que fuere y generan 10% del PIB nacional con sus remesas, el desgobierno da rienda suelta por debajo de cuerda al narcotráfico y por arriba, al contrabando. Obnubilados por la propaganda, pocos se quejan del pan tres veces más caro, de colas para conseguir una garrafa de gas, de diesel hacedor de millonarios ahora convertido en arma de agresión a productores agropecuarios. Dilapidan ingresos de época de vacas gordas por buenos precios de materias primas, nutriendo una plebe de adictos a subvenciones políticas: reparten plata con bonos electoreros; importan alimentos que se venden a fracción de su costo real; regalan cheques chavistas para obras que masistas malversan, impunes.
Alguien me hizo notar el babeo casi orgásmico de García Linera viendo desfilar a los Ponchos Rojos en el día de las FF.AA. Quizás anestesia la dosis de talegazos y delirio chavista a emperifollados uniformados acompañantes en la testera. Estos, en vez de amenazar con sus armas a civiles, bien harían en preocuparse que los paramilitares de Achacachi y Chapare son embriones de una nueva fuerza armada, como las Camisas Pardas hitlerianas. Mejorada versión de la que se pretendió imponer en 1952: sus mandos reales serían curtidos veteranos de intromisión cubana en Angola, Etiopía (y Bolivia, 1967).
No hay comentarios:
Publicar un comentario