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En términos futbolísticos si una selección nacional no clasifica para el campeonato mundial, queda fuera. ¿Qué tal si usted escucha decir a un director técnico de la selección no clasificada: que las derrotas del campeonato no afectan a su selección? ¡Por supuesto! ¿Cómo podría afectarle lo que sucede en el campeonato de los clasificados? Pasa lo mismo cuando el señor Ministro de Hacienda nos quiere hacer creer que Bolivia no está afectada por la crisis financiera del capital. Claro que no. Si Bolivia no forma parte del circuito del capital financiero internacional. ¿Cómo podría afectarle su crisis?
El mundo del capital financiero es un club de exclusivos. No es fácil formar parte de él. Para serlo hay que tener capital, condición sine qua non. El capital no es el resultado del discurso y la politización sino del trabajo aplicado en sus diferentes formas. La explotación del capital está en su propia esencia. Necesita expandirse y desarrollarse permanentemente. El centro neurálgico del capital financiero es la Bolsa de Valores. Y los mecanismos que dispara hacen que el capital financiero escoja sus propios caminos para crecer y fortalecerse.
No es mi intención ingresar al análisis de las causas y efectos de la actual crisis internacional del capital financiero en los Estados Unidos, quien esté interesado en ello le sugiero leer la nota del Lic. Armando Méndez Morales “Cara gano yo sello pierdes tú” que explica didácticamente lo ocurrido (Aula Libre Bolivia: publicación 3/10/08) Lo que deseo remarcar es la simplicidad del Gobierno para tratar de mostrarse fuerte y sólido en un área ajena a su sistema. No solo el Gobierno, hasta la propia ASOBAN convocada por el Presidente Morales, trata de adoptar una pose de suficiencia artificial, cuando bien saben ellos que están fuera del campeonato.
La crisis de Wall Street es cosa del mundo desarrollado, afecta los mercados europeos, asiáticos y a las Bolsas del México y Brasil países latinoamericanos que si tienen imbricación con el mundo financiero, el resto es marginal a esta situación. Pero esa marginalidad no les otorga certificación de solvencia, fortaleza y blindaje contra los efectos que está crisis tendrá, como procuran hacernos creer el Gobierno y la Banca Nacional.
Una cosa es que esta Banca no tenga entre sus activos el manejo de papeles que se transan en las Bolsas de Valores internacionales y que tampoco tengan en su balance empresas nacionales que tengan entre sus activos valores financieros expuestos en esta crisis. La mejor demostración del aislamiento financiero en el que estamos insumidos. Lo que nos alegra cuando la peste financiera no nos contagia, pero cuando este mundo goza de buena salud nosotros seguimos en la oscuridad de nuestras cuatro paredes.
Y en medio de esta soledad financiera que ahora trata de mostrarse como “fortaleza” no sé de qué, el señor Presidente Morales Aima trata de convertirse en el gurú antiimperialista dotado de la infalibilidad papal, anunciando el fin del sistema capitalista y acusándolo de ser el causante de todas las miserias humanas. Aplaudido por sus movimientos sociales el Presidente oculta la verdad cuando no dice que los cheques que reparte entre los fanáticos antiimperialistas que los reciben, son producto del capitalismo petrolero, del mercado liberal y del capital financiero internacional.
Evo Morales no entiende, porque no sabe y no sabe porque es analfabeto funcional la historia del capitalismo. Ni siquiera conoce las historia de Orinoca o sea que pedirle mayores esfuerzos es pedirle peras al olmo. Gobernados como estamos por esta oscura noche de la ignorancia convertida ahora en virtud para ser funcionario público, solo podemos observar y suspirar ante tanto derroche de incultura cerebral.
Lo penoso de todo esto es que ASOBAN pudo haber sido más didáctica y explicarle al Presidente que nuestra despreocupación por esta crisis es el resultado de nuestro aislamiento financiero y no de fortalezas imaginarias. Quizás hubiera sido bueno que le avisaran sobre las transferencias externas de dinero que se están produciendo desde Bolivia hacia el exterior por la ausencia de seguridad que se comienza a sentirse ante tanto revuelo revolucionario. Lo que contradice la “fortaleza” de la que hacen gala y demuestra la preferencia racional del capitalista o inversor para cuidar su capital allá donde existen seguridades que en Bolivia a pesar de no ser parte del circuito financiero internacional no existen.
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