"nada seremos si aceptamos ser domesticados por el dominio y la represión" nos advierte Centa Reck

Por la libertad se debe aventurar la vida...
Bolivia nos necesita firmes y contundentes, enraizados profundamente en los principios que deben salvaguardar nuestros derechos y defendiendo la libertad que es el oxígeno que nos permite la vida.
Nada seremos si nuestros cuerpos y nuestros espíritus comienzan a ser domesticados por un régimen sustentado en el dominio y la represión. Nuestra dirigencia debe aquilatar el momento presente y tener el alma dispuesta al sacrificio que nos exige nuestro talante de hombres y mujeres amantes del derecho, de las virtudes, de la libre determinación.
El régimen que pretende dominarnos es duro e inflexible, porta estrategias monolíticas y no se detiene ante la verdad ni se apega a la justicia, por lo que debemos tomar en cuenta cual es el arma que elige nuestro pueblo para hacer frente a tamaña desmesura del poder.
Se han escuchado ecos de llamados a la tolerancia, a la paciencia, así como ataques a los radicales, y esto resulta un dedo en la llaga del pueblo, una mordaza para las mentes libres, una venda en los ojos de los que buscan un rayo de esperanza.
¿Dónde están los radicales? Ojalá prosperen estos cultores de las definiciones, quienes rechazan las tinieblas y las medias sombras, porque la sabiduría enseña que los males deben ser erradicados de raíz y con premura, que la hierba mala se expande y asfixia la buena, ¿entonces porqué tenemos tantos jardineros para cuidar de la hierba mala?
Es fácil ser condescendientes, basta alinearse y entregarse. Lo difícil es enfrentar, es portar la firme determinación de no servir de mondadientes en la boca del tirano, de no servir para que este se limpie las sobras del banquete antropófago.
Es necesario convertirse en una estaca, en un mojón, en una muralla humana que no permita que el mal se apropie de nuestras ciudades. Convertirse en la luz que haga retroceder la oscuridad, que nos libere de la esclavitud con la que los tiranos nos destinan a sus propios placeres, a expensas de sembrar el dolor.
Estamos en un mundo al que los malos gobernantes han dejado desprotegido. Ellos fueron los padres y parteros de esta nueva estirpe de dictadores que ahora nos amenaza, y de los políticos y la dirigencia contemporánea que se muestra complaciente al poder totalitario.
Los radicales se convierten en la raíz, en convictos defensores de los principios; sólo las almas tibias conciben dejar de jugarse por la libertad y no alinearse al principio rector de la justicia. Los esclavos son tales porque han borrado de sus mentes el camino que les señala la autodeterminación.
Los esclavos son seres ocupados por el otro, no se conciben como fuente de acción, no se ven como agentes sino como destinatarios pasivos de todo lo que el amo disponga hacer con ellos. Tienen terror de contrariar, siempre dejan intersticios en sus espíritus para que el amo los posea y los domine, para que los domestique, para que los castigue, porque se han convertido en un cuerpo poroso que espera por el dominio, porque han claudicado a la libertad de pensar, expresarse y actuar.
Cuando los esclavos hablan, dejan siempre un mensaje perforado, porque portan el discurso pantanoso de los oprimidos, y así funjan como líderes, hablan sólo como capataces y domesticadores de cuerpos destinados a doblegarse. El discurso del esclavo es fangoso, desanima a la acción, pone reparos a la defensa, claudica de entrada amenazando o desanimando a los que osan defenderse y desafían al amo.
Bolivia tiene fuertes raíces que la aferran a la libertad, árboles que se niegan a dejarse arrasar por el temporal, espíritus que como las aves quieren vivir sin jaulas.
Los lideres nunca deben detener a sus pueblos, no deben entregarlos a la subordinación, tienen que encender antorchas y amar con más fuerza que sus pueblos las causas nobles.
Retomemos al Quijote, cuando reflexiona a Sancho sobre su tendencia a dejarse vencer por el sueño, porque el acto de dormirse ante el peligro significa rehuir a no enfrentar la realidad, mientras que Don Quijote plantea vivir con los ojos abiertos: "Duerme tú, Sancho, que naciste para dormir; que yo, que nací para velar..."
También este personaje nos ha dejado esa importante proclama que hace sobre la libertad: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede sobrevenir a los hombres".
Por último Simón Bolívar ya nos señaló el camino cuando expresó: "Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos".